jueves, 11 de diciembre de 2014

EL BELÉN

¡¡FELIZ NAVIDAD!!
CON MIS MEJORES DESEOS DE PAZ  Y ALEGRÍA 
PARA TODOS.


EL BELÉN
Y en este ambiente es cuando acuden a mi memoria los más gratos recuerdos de la Navidad relacionados con el tradicional y minucioso montaje del pequeño Belén. Sólo la tarea de componerlo nos estimulaba a los chicos a abandonar el tedio de los paseos sin rumbo por el pueblo... Inusitadamente diligentes, cada uno buscaba de todo: el más limpio y brillante musgo en las linderas próximas a la “Chopera Oscura”; las ennegrecidas escorias de la combustión en los escombros de la vieja tejera del señor Emilio Llera, el asturiano, allá al pie de “Las Escalerillas”; las láminas de papel plata, envoltorios del escaso chocolate consumido, bien guardadas para la ocasión por los más privilegiados que lo poseían y lo habían guardado previsores; las rugosas cortezas de chopo y el fino aserrín de la serrería del señor Moisés, siempre benévolo con nuestras demandas; los trozos de vidrio del recorte que el señor Ezequiel “el hojalatero” abandonaba junto a la tapia de la “Nanjariega”... 

Luego, todo cobraba vida en un alarde de ingenio infantil. El musgo reverdecía en prados bucólicos; las escorias se convertían en agrestes cumbres que nevábamos con ayuda de la bolsa de la harina, hurtada a escondidas; el papel plata bajo el vidrio semejaba el humilde riachuelo en el que reposaban algunos pececillos de dudosa artesanía; las cortezas, convertidas en rústicos puentes, soportaban la pesada carga de camellos, carretas y aldeanos camino del portal; el serrín serpeaba las diminutas colinas y valles por donde transitaban lugareños, aldeanas y carros cargados con leche, quesos y hasta algún cordero con destino al recién nacido... Al final, no siempre, una pila de petaca y una minúscula bombilla daban luz a la hermosa escena del Portal... 

A partir de este momento se iniciaba la locura. Cada visita al Belén significaba el trasiego obligado de figuras. Cambiar a los camellos de sitio adelantando su cansino marchar, impacientes nosotros porque llegara cuanto antes el día cinco de enero y con él los regalos de los Magos; reponer el musgo prematuramente mustio; situar la vaca y la mula cerca del Niño para calentar su cuerpo aterido o buscar mejor acomodo al pescador o a las ovejas descarriadas eran el pan nuestro de cada visita. 

Finalmente, cada uno mostraba su milagro a los demás en leal competencia con los mejor dotados por la imaginación o el bolsillo. Hasta el arca de Noé, victorioso sobre las tempestades del diluvio universal, apareció en algunas navidades sobre una de las colinas rocosas del Belén de Lucas. Era el hijo único del Sr. Celso y la Sra. Balbina, dueños de la tienda de calzados “La Palentina” situada a pocos pasos de mi casa. Fue la suya una interpretación libre del Misterio de Belén y una insospechada faceta artística de aquel siempre bien trajeado joven que vestía camisa de cuello duro y calzaba elegantísimos zapatos de charol. Su gigantesco Belén —porque ocupaba prácticamente una habitación entera de la planta baja de su casa— nos llenó de asombro y admiración a todos los chavales del pueblo, mucho por sus dimensiones y, sobre todo, por el hecho de que apareciera en él tan insólita embarcación, fruto de sus personales dotes artesanas. 

Pero por encima de todas las muestras locales de Belenes estaba el formidable Misterio instalado en la iglesia de San Lorenzo. El Portal con la Sagrada Familia cobijada al calor del buey y la mula, los pastores postrados con sus ofrendas a los pies del Niño y los Reyes Magos acercándose a lomos de los camellos, de cuyas riendas tiraban elegantes pajes, eran una competencia difícil de superar con nuestras diminutas figuras de barro. Porque con el gran tamaño de cada una de aquellas imágenes se podían haber fabricado muy bien casi todas las de un Nacimiento completo como el mío. Aquel sí que era un Belén hermoso al que, sin embargo, podía achacársele un fallo. Y este era la evidente desproporción entre el tamaño del Niño Jesús y el resto de las figuras que le acompañaban. Claro que la cosa tenía su explicación y es que después de cada ceremonia religiosa de la Navidad, D. Ángel el párroco o D. Manuel Arroyo lo cobijaban entre sus brazos y lo mostraban a los fieles para que acudiéramos a adorarle. Se hacía una larga fila y todo el mundo depositaba un beso sobre la rodilla de aquel Niño sonriente que nos miraba con exquisita dulzura. Si hubiera sido del tamaño proporcionado a San José y la Virgen ni la mirada hubiera sido tan elocuente ni la rodilla del tamaño adecuado para ser besada con comodidad. Así eran nuestras cavilaciones al respecto.

MEMORIAS DE UN SEXAGENARIO ADOLESCENTE
Descarga gratuita del libro:

lunes, 1 de diciembre de 2014

ORQUESTA SINFÓNICA DE BURGOS




Va, Pensiero (Nabuco)
Director:                      JAVIER CASTRO VILLAMOR
Director del Coro:       RODRIGO CALZADA PEÑA


martes, 25 de noviembre de 2014

¿VIAJAR POR LOS ESPACIOS SIDERALES?

¿Viajar a los espacios siderales? 

Según parece, la posibilidad de hacer un "viajecito" por el espacio en un último modelo de cohete espacial, ya no es una quimera salvo por los problemas de insuficiente liquidez que la mayoría de los mortales -exclusión hecha de las grandes fortunas- disponemos para sufragar semejante excursión. De cualquier manera, siempre hay alguna alternativa más barata como la que propongo con este vídeo magnífico que pongo a vuestra disposición. Espero que lo disfrutéis de manera que las posibles ansias reales de participar en semejante evento, queden, si no colmadas, sí calmadas de momento. Porque el futuro está por definir.

martes, 4 de noviembre de 2014

JUMPY EL PERRO




Jumpy es un perro que me recuerda un famoso comentario mantenido entre varios cazadores a propósito de la habilidad de sus canes. Según afirmación generalizada convinieron en asegurar que hay perros mas inteligentes que el amo. Y para confirmar el aserto con la propia experiencia, uno de ellos sentenció con verdadero énfasis; "Como el mío". 
Ignoro las habilidades cinegéticas de su animal pero sin duda; Jumpy, aunque con otras mañas ha de ser un digno descendiente de aquel animal. A las pruebas me remito. Pinchar en el enlace para comprobarlo.


Extreme Jumpy The Do

miércoles, 29 de octubre de 2014

THE TROOPER OVERTURE

El Trooper Overture por 2 violoncelos que combinan la Obertura de Guillermo Tell de Gioachino Rossini con The Trooper de Iron Maiden. Luka Sulic y Stjepan Hauser ofrecen una interpretación y resultado de estrellas de rock. ¡¡Genial!!

Pinchar en este en lace:
The Trooper Overture

sábado, 11 de octubre de 2014

¿CORTESÍA = MACHISMO?

Estoy exultante. Y lo que es mejor, liberado de un trauma de esos que dice la gente que se producen en los chicos por culpa de los deberes escolares o cosas parecidas. Y no es para menos. Aún estaba yo en pleno uso de mis tareas docentes, aunque a punto de la jubilación y el dique seco, cuando siguiendo mi habitual cortesía ante las puertas, abrí una de ellas a la salida de clase, en el momento de coincidir con la más joven de mis compañeras, a la que cedí mi espacio en la puerta. De inmediato, mirándome entre airada y ofendida, me espetó; «eso es un gesto machista»… 

Aún me queda el resuello de aquel lance con el que se inició la colección de traumas que vengo acumulando entre confuso y perplejo en estos temas de la cortesía aparcada. Confuso porque, hace de esto tantos años como sesenta largos, que aprendí las normas de urbanidad, en  aquel librito cuyo contenido practicábamos a diario, so pena de exclusión social. Arrinconadas estas prácticas por ¿retrógradas? y sustituidas por otras prioridades más «éticas» y menos dignas,  a quienes apenas nos quedan canas por peinar, nos dejan perplejos y desconsolados.

Dicho esto, mi satisfacción de hoy tiene que ver con una especia de recuperación mental que me han deparado, también a la puerta de un edificio, un trío de muchachas quinceañeras a las que también he cedido el paso esperando lo peor. Y esta es la maravilla; ellas pretendían darme la prioridad y yo, cargado de convicción íntima, pese a mis tribulaciones traumáticas, he recurrido a mi urbanidad soterrada y con la mejor de mis sonrisas he sentenciado: «por favor, primero las damas porque yo soy muy antiguo y así lo aprendí hace muchos años». De inmediato, he estado a punto de protegerme recordando que el primer sornabirón coloquial de la compañera volviera a repetirse de nuevo, y en esta ocasión, corregido y triplicado. 

Pues no. Con la más deliciosa de las simpatías han aceptado mi cortesía, coreado su agradecimiento a mi gesto y, su desenfadado aire juvenil, brillado con la mejor de las sonrisas.

No es que quiera generalizar conductas, porque afortunadamente, en esta ocasión como en tantas otras gana la mayoría por goleada. Especialmente entre la gente que aprendió hace muchos años a convivir con otros principios.


jueves, 9 de octubre de 2014

LAS MORAS ESQUIVAS


 

Al fin ha llegado el otoño con su carga de nubes grises quebrando sin reparos el azul del cielo castellano. Ya se han afincado las castañeras en los portales de Antón y,  acurrucadas en torno al brasero protector, muestran silenciosas su mercancía entre chisporroteos y tufillos. Los vientos del norte, empeñados en su condición de quitameriendas, imponen su ritmo y empujan acuciosos a las hojas de los árboles que inician presurosas y desorientadas su vuelo sin retorno. Los niños estrenan sus botas de agua en busca de charcos y las abuelas se mueven diligentes en torno a los castaños para recoger el fruto liberador de polillas y parásitos. Gabardinas, bufandas y gorras anuncian ya su penetrante olor a naftalina y, en los mercadillos, las escasas endrinas de una cosecha cicatera se venden a precio de pacharán etiquetado. Es sin duda el otoño burgalés con todo su esplendor.

Esta mañana he aparcado mi bicicleta y atraído por la imagen de las moras cuyos setos bordean las márgenes del Arlanzón he pensado en alcanzar algunas.  El río, sin duda más generoso de caudal que lo solía en otros tiempos, tiene a su vera un tupido bosque que, por su margen izquierda, se extiende exuberante entre la plaza de toros y el puente de Capiscol. Acompañándole aguas arriba y abajo pedaleo a diario y, al paso, cada mañana se ofrecen tentadoras a mis ojos las más hermosas zarzamoras del otoño en la Quinta. Así que, uno, que conserva la intrepidez mental de los tiempos en que las recogía a puñados cuando mozalbete en la villa, ha decidido que era el momento de arriesgar y conseguir las más hermosas que, por inalcanzables, se insinuaban aún más seductoras. He traspasado los límites del malecón por el atajo, invadido los dominios de ratas, ratones, lagartijas y musarañas que de todo eso y algo menos natural hay en el boscaje y serpeado por el intríngulis de la esquiva maraña para, después de descubrir mis mermadas facultades para alcanzarlas, abandonar el intento y desistir. Al fin y al cabo, he recordado la fábula de la zorra y las uvas y, superado el desencanto, regresado  a casa con la imagen de las tentadoras frutas atrapadas entre las aviesas zarzas y algunos elocuentes arañazos en brazos y piernas, evidencia lamentable de mi agilidad perdida. 

jueves, 21 de agosto de 2014

LA CASONA DEL OBISPO. OÑA (BURGOS)






Hoy he disfrutado de tres placeres consecutivos durante la impaciente espera para disfrutar de la puesta en escena del Cronicón de Oña. El primero de ellos tiene que ver con un reencuentro familiar y multitudinario a la puerta de una gran casona en vías de restauración definitiva y que, según parece, esta vinculada a la vida de don Pedro González Manso, Obispo que fue de Guadalix, Tuy, Badajoz y Osma, del Consejo del Rey, Presidente de la Audiencia, Canciller de Valladolid y Gran Bienhechor de Oña y de su Monasterio de San Salvador:

http://www.lacasonadelobispo.com/wppublico/
Después de contemplar la hermosa fachada y deambular por sus interiores, he descubierto hasta donde puede el empeño y la entrega para conseguir que un vetusto edificio, abandonado a su suerte y a la incuria del tiempo, se haya convertido en un remanso de de paz y bienestar.  Ha habido en ello un decidido propósito de devolverle la dignidad herida sin alterar ni su nobleza ni sus valores añejos. Y todo ello ha sido el resultado de una empresa familiar entregada a recuperar cada palmo de su estructura con el ardor y la convicción de una meta posible.
He recorrido todas y cada una de sus estancias y disfrutado del acogedor espacio en el que el gusto por la decoración y la selección de los enseres configuran en cada una la armonía entre el ayer y el hoy. Por todo ello quiero mostrar mi cordial enhorabuena a cada mano, cada mente y cada entrega que ha hecho posible lo que ha todas luces es una hazaña encomiable.

























































Completada la visita, la tradicional hospitalidad castellana ha permitido disfrutar también de los placeres de la mesa en torno a los productos más castizos y exquisitos de la gastronomía hogareña. Complementados con los vinos, que estimulan a la tertulia y alegran el cuerpo, hemos finalizado la reunión para acudir al Monasterio de San Salvador. Allí ha tenido lugar, un año más, y con este van 28, la representación del ya más que famoso CRONICÓN DE OÑA. De ello y de su espléndido desarrollo doy cuenta en entrada aparte con el mismo título.  

miércoles, 20 de agosto de 2014

EL CRONICÓN DE OÑA

Siempre he sido un ferviente lector de textos relacionados con mi condición de castellano y, por aquello de que nobleza obliga, no he perdido oportunidad que me pusiera en contacto con mis orígenes y la historia de mis ancestros próximos o remotos. Películas, documentales, escenarios teatrales y cualquier otra muestra literaria al caso, han tenido en mí un devoto de la historia de las gentes que configuraron los reinos de Castilla y León a los que me honro en pertenecer.

Por eso, y tan reciente como hace sólo algunas horas, he asistido a una representación en la que el monumental cenobio de San Salvador de Oña, el espectacular brillo de la representación, el preciosismo del vestuario, los elementos musicales y luminosos y la apostura de actores y actrices participantes, han convertido la representación del Cronicón de Oña en una más que valiosa muestra del bien hacer de un Fuenteovejuna moderno que llena de orgullo y gloria a la villa oniense.

En esta última edición he participado de la representación con mi familia y he podido  añadir a mi colección de eventos históricos contemplados, el prodigioso espectáculo de la historia que forjó a Castilla y León entre los años 970 a 1072.

No es mi propósito hurgar en la serie de encomiables calificativos que me ha merecido el espectáculo y que son innumerables. Baste sólo el hecho de que mi propósito íntimo de acudir en futuras muestras, sólo podrá impedirlo algún imponderable, porque allí estaré tan absorto y entusiasmado como lo he estado en esta ocasión.

Mi más cordial enhorabuena y mi más sincero agradecimiento a todos y cada uno de los que hacen posible tan esplendida puesta en escena del entrañable periodo de historia castellano leonesa.

Gracias a todos

Eduardo García




























martes, 19 de agosto de 2014

EL COCHECITO GEMELAR

Un cochecito-gemelar de niños y un abuelo empujándole, no son noticia porque hoy es lo más habitual; ―alguien ha dicho que si los abuelos organizaran un día de estos una huelga en España, el país quedaría completamente paralizado de inmediato―. Acaso haya un poco de exageración en el aserto, pero sin duda crearía importantes problemas nacionales en el discurrir ciudadano.

Lo que ya no es tan habitual es que el abuelo conduzca el carrito cubierto con un casco aerodinámico para ciclistas y ello es lo que me ha alertado hoy en mi pedaleo mañanero. Con semejante imagen y considerando que muy probablemente ambos pertenecemos, si no a la misma quinta si a una infancia semejante, he sufrido un colapso mental y me he colado en su caletre ante el temor de llegar a sufrir algún desvarío como el suyo previsible.

En principio, he pensado que el hombre ha de estar tan absorto en sus tareas de auxiliar de familia que apenas disfruta del tiempo suficiente para cambiar ―entre faena y faena―  su indumentaria de ciclista madrugador, por otra más acorde con la tarea de disfrutar de la compañía de los dos nietos. Así que esta idea me ha tranquilizado aunque sólo a medias.

Por eso se me ha ocurrido inmediatamente la peregrina deducción de que los gemelos sean de atar y puedan dar al traste con su estabilidad y con ello el riesgo de caída con resultado de conmoción cerebral. De inmediato he descartado la idea porque ambos chavales estaban tan plácidamente dormidos que su imagen beatífica era de lo más celestial. 

Sumidos como estamos en una grave crisis de liquidez familiar, he considerado la posibilidad de que el casco sea una especie de recipiente multiusos que lo mismo sirva para un roto que para un descosido. De este modo pueda ser útil ―además de cómo protector anti-costaladas― también para mantener calientes los biberones sobre la cocorota protegida o para almacenar tapaculos, moras, endrinas, acigüembres, huevos de codorniz o setas de carrerilla, por ejemplo.

Al fin, y después de algunos titubeos, pensando en la longevidad como un resultado de deterioro del magín, acaso comience a dar sus nefastos frutos la pasividad congénita. Así, es posible que haya considerado el casco como una muestra de garbo, donaire y dignidad y no esté dispuesto a aparcarse de su verdad que, como es sabido, es una de las cosas mejor repartidas de este mundo, porque cada uno tiene la suya y la protege contra viento y marea, más aún, cuando se alía con la tozudez más reacia.
Ontillera


19-08-2014

viernes, 8 de agosto de 2014

DAFNIS Y CLOE, VEINTE SIGLOS MÁS TARDE



Un grupo de jubilados caminan pasmados por la «Senda del Colesterol» después de haber presenciado involuntariamente uno de esos espectáculos entre amorosos y sicalípticos de los que, según parece, empiezan a proliferar más de lo que sería razonable por estos pagos celtíberos. El asombro de nuestros amigos no lo es tanto por el hecho contemplado cuanto por las circunstancias que lo acaban de rodear. Sin duda, es consecuente con el espectacular avance de la moderna pedagogía de la procreación y los desatinos mentales que la manipulan. Porque, todo hay que decirlo, para quienes crecimos entre soplamocos, varapalos y cotos cerrados ―al menos eso es lo que afirman los libertadores de la estrechez, la hipocresía burguesa y otras zarandajas morales en las que se afirma fuimos educados los adolescentes de otros tiempos algunos avances de la «tolerancia» más que pasmados nos dejan desconcertados.

El hecho es que nuestros amigos daban su diario paseo río Arlanzón arriba, siguiendo saludable estrategia médica para combatir colesteroles, cuando una pareja quinceañera, ella y él envueltos en carantoñas, besuqueos, arrumacos y tambaleos, a duras penas lograban avanzar paralelos a su caminar. Trenzados por brazos y piernas y con el pulso cabalgando al límite del éxtasis erótico, arriban a un chopo próximo a la senda y, sin más preámbulos que los necesarios, prolegómenos que no es preciso enumerar por obvios—, culminaron sus ardores adolescentes entre ímpetus, jadeos y éxtasis apoteósico. Y para que la anécdota supere todos los límites de lo razonable, completaron esta su hazaña sin recato alguno e ignorando la presencia de los caminantes que, como el grupo, contemplaron atónitos la escena.

Ni gestos airados ni reprobación alguna de los paseantes estorba tan «idílico» proceso y el dúo interpreta su partitura como quien recoge hongos en otoño. Nuestros amigos, anclados aún en los principios de su educación denostada, llenos de estupefacción y algunos sonrojos, dan en recordar otros tiempos y otras aventuras paralelas. «No es esto», pensaron. «Cierto que más de un celtíbero o  celtíbera ha sido fruto arriesgado de escarceos semejantes, al amparo del ocaso en una romería abundosa de pitanza, rioja y gaita. Así que hasta aquí nada novedoso en estos Dafnis y Cloe de la modernidad, salvando a aquellos de las enormes distancias en cuanto a dignidad y mesura— que ahora, rendidos sobre el césped, unen a la impudicia de su audacia la derrota de sus cuerpos semidesnudos.
 Ontillera
01/08/2004

Como se verá por la fecha, el precedente evento fue contemplado hace hoy exactamente diez años. Durante este espacio de tiempo, ha permanecido guardado en la memoria como un hecho puntual sin otras dimensiones que las propias de la ¿irreflexión y el aturdimiento? ¿O acaso el desafío a los principios morales denostados? Sin embargo la coincidencia de una encuesta de despropósitos para relatar primeras experiencias al caso, me ha obligado a recordar.

Efectivamente; mi afición a la radio, en particular al espacio de Onda Cero, «Herrera en la Onda», me ha permitido averiguar que las conductas se han superado notablemente. En una de las secciones de las que se compone el programa, participan los oyentes para aportar sus experiencias en torno a un tema propuesto. En esta ocasión el argumento pretendía mostrar particularidades íntimas y anecdóticas de la «primera vez» (ya se me entiende). Las intervenciones de los comunicantes, variopintas, chuscas o jocosas, discurrieron provocando las carcajadas más estridentes de los periodistas del programa. Especialmente, cuando uno de los llamantes vigilante de una piscina pública contó algunas de sus experiencias y una especialmente desconcertante.  

Abarrotada aquella de bañistas de todas las edades, el cuidador mostró cierta perplejidad al comprobar que una gigantesca toalla, extendida entre la afluencia, cubría un bulto considerable que se movía con un ritmo harto sospechoso. Imaginando los motivos del traqueteo, levantó la toalla por una esquina ―tan discretamente como pudo― y descubrió la causa del maremoto erótico. Los protagonistas, a punto de culminar su éxtasis, lejos de pedir disculpas o mostrar alguna forma de rubor, le pidieron un último minuto de prórroga porque el lance estaba a punto de concluir.

Así lo contó el oyente y así lo cuento yo para quien quiera juzgarlo.

Tal parece que los nuevos tiempos en las relaciones de pareja no impongan límites ni a la indiscreción ni a la audacia. Un concepto nuevo de los valores del sexo no tiene por qué convertirse en un descenso vertiginoso e incontrolado hacia la indignidad y el impudor. Cierto, nada de hipocresías trasnochadas ni tapujos alienantes que desdibujen lo más hermoso de la vida y sus orígenes pero tampoco ninguna concesión a las veleidades de simios en celo con todo el respeto que nos merece esta especie a la que parece estamos emparentados. Si hemos de seguir siendo seres humanos, inteligentes, conscientes y coherentes debemos, cuando menos, alarmarnos y cuestionarnos si ese es el camino adecuado para liberar supuestos tabúes y declarar sin ambages que semejantes comportamientos no solo no se corresponden con nuestra dignidad sino que degradan la especie.
Ontillera
01/08/2014

miércoles, 6 de agosto de 2014

EL TACO

El conocido periodista don Manuel Campo Vidal juzgaba negativamente el extendido hábito del «taco» como muletilla frecuente en entrevistas y otros debates en la radio y televisión. Algo que forma parte del paisaje coloquial celtíbero ―frente a unas cañas de cerveza por ejemplo―, no parece lo más adecuado para dignificar la labor de periodistas y políticos cuando el ejercicio de la profesión de unos y la presencia institucional de otros demanda prudentes maneras en el hablar. No voy a ser yo quien añada nada al juicio adverso de don Manuel ―que por otro lado comparto― salvo el hecho de que semejante hábito y en niveles superiores al taco, es algo que demuestra la extendida pobreza en el uso de nuestro lenguaje, salpicado de expresiones abruptas a poco que uno tropiece con la oreja mientras camina por las aceras.



Aún recuerdo aquellos años en los que blasfemar era una falta penalizada con multas de «hasta cincuenta pesetas» cuando el protagonista lo hacía en lugares de concurrencia pública. Incluso permítaseme una frivolidad para mostrar el candor de algunos blasfemos de la época que sustituyeron socarronamente su hábito malsonante por expresiones para el regocijo como lo era aquello de quien, especialmente airado, estaba dispuesto a depositar sus heces coloquiales sobre «los chinches de la cama del sacristán» o «en las troneras del templo parroquial».

En el ámbito coloquial de nuestros tiempos se ha producido un cambio radical y generalizado en el uso de estas «muletillas» por demás semejantes a lo que en otros tiempos era inherente a la condición de carreteros y gañanes a quienes lo soez se indultaba por razón de oficio. Según parece, determinados exabruptos eran la mejor de las fórmulas para estimular a la obediencia de las bestias a las que conducían y, de paso, descargar la ira contra las anarquías y desencuentros que la irracionalidad de los animales provocaba.

Pues bien; tal parece que en estos tiempos se ha recuperado el hábito del taco ―en tono menor― y la palabrota ―en agudos con do de pecho― como fórmula de desahogo en algunos casos y como «cantinela» curalotodo en otros. Incluso no es nada infrecuente que la belleza y el encanto del hablar femenino se haya visto invadido por esta forma de expresión salpicada de desbarros, cuando menos poco elegantes. 



Desde luego la libertad y la igualdad caminan paralelas y a nadie se le puede reprochar el uso a su antojo del vocabulario y las interjecciones malsonantes por razón de sexo. Faltaría más. Sin embargo, permítaseme cuando menos una cierta perplejidad consecuente con la dilatada experiencia del vivir. Ahora, en las generaciones de las nacidas en los años cuarenta a sesenta no es fácil escuchar exabruptos en la mujer acostumbrada a otros modos más discretos en la conversación. Y, si alguna incluye en la tertulia algún taco de bajo calibre, no sólo no resulta reprobable, sino que sirve de aliño jovial al conjunto de la expresión. 


Pero coincidir con un grupo de ruidosos/as quinceañeros/as, en plena lucha verbal por sacar adelante sus propuestas lúdicas, puede revelar la zafiedad más deplorable para quien no está curtido en los modales de la relación moderna entre amigos y amigas. Y aquí es donde está el meollo de la inelegancia. Los «acogotados» tiempos de los años cuarenta a setenta, repletos de censura para esta peculiar maña, han dado paso a las libertades democráticas en que, sin saber por qué, han reverdecido aquellas trallas a las que los carreteros añadían sus «sonoras» imprecaciones. 

Sólo una réplica como hombre de letras. Aludir a los atributos masculinos para usarlos envueltos en imprecaciones «de apoyo coloquial» parece que, cuando se pronuncian en bocas femeninas, produce una cierta perplejidad y, para quienes peinamos canas y aprendimos a valorar la feminidad de los modales, un desencanto. 


Por lo demás, mis respetos para el grupo de quinceañeros/as que me han dado la oportunidad, ―por otro lado indeseada―, de participar de su tosco vocabulario, cuando menos, poco cauteloso. Si acaso, reclamar para el futuro un poco más de cordura en los decibelios. Aliviaría un poco la desilusión.



LA PRUEBA DEL NUEVE

LA PRUEBA DEL NUEVE

Hay una red ―«comercial.punto.com»―  empeñada en practicar la «prueba del nueve» con irreprochable generosidad en todas sus ofertas. Siempre elude el redondeo para que  los posibles clientes, alentados con tan espléndida liberalidad, agradezcan sus rebajas y se sienten privilegiados cada vez que un artilugio que vale cien euros, cincuenta o cuarenta sólo hayan de pagar por el primero 99,99€, por el segundo 49,99€, por el tercero 39,99€ y así un largo etcétera con baile a la baja de millares, centenas o decenas, en ofertas que increíblemente encandilan a las mentes. Es obvio que algún mecanismo cerebral elimina de nosotros la racionalidad para hacer el juego a las leyes del consumo y sus atractivos comerciales.  



Es todo un alarde del moderno marketing capaz de convencer al cerebro de que la rebaja aludida no deja de ser una sensible atención al cliente. Incluso la devolución del céntimo es todo un símbolo de la cordial aceptación del ardid comercial.

La evidente ironía con la que pretendo juzgar esta fórmula de atracción de ventas, no lo es tanto si analizamos que se trata de un hecho universal y que la mente humana acepta de muy buena gana el más que evidente artificio. Porque cuando algún posible comprador transmite a terceros el precio de la cosa, jamás redondea y acepta los noventa y nueve céntimos como un dato decisivo para la aceptación final de compra.

Supongo que la psicología dispondrá de algún argumento para analizar el porqué de semejante fractura mental pero, por nuestra cuenta, sólo podemos asegurar que el valor de las cosas, por muy engañoso que se presente, adquiere un punto de vista nuevo que altera el sentido común  y estimula a los compradores.  Todo es cuestión de eludir algún dígito en las decenas, centenas, millares, etc. para que la «prueba del nueve» resulte comercialmente cuadrada.

domingo, 3 de agosto de 2014

EL CHUPA CHUPS

EL CHUPA CHUPS

Con la llegada de las vacaciones, especialmente las del verano, la presencia de los nietos en casa de los abuelos es como una luz que ilumina los rostros y proporciona alegría. Donde todo era quietud y serenidad, ellos lo convierten en bullicio, risas y, por qué no decirlo, algún que otro alboroto.

Siendo todo esto un auténtico regalo para despertar del letargo el mano a mano de los abuelos, también tiene algunas servidumbres que, de puro simples y elementales, sirven para descubrirnos la merma en la agilidad y reflejos que los años nos han ido robando. Y para muestra un botón.

Cada vez que una piruleta, un chupa-chups, una bolsa de patatas fritas, cheetos, sobrecitos de cromos, muñequitos embutidos en plástico o cosa semejante ―con la advertencia de «abre fácil»― que cae en sus manos, un servidor se echa a temblar. Estoy dispuesto a admitir mi torpeza y hasta a recibir vituperios, pero reto a los que me lean esto, a que hagan la prueba con un chupa-chups como con el que mis dos nietos y yo nos hemos peleado. Sin duda hay un truco, una muesca, un comienzo que facilite el desenvolverlo, pero conste que, en esta ocasión, se puso tan terco que ni ellos ni yo conseguimos doblegar su testarudez. Incluso nos sentamos al amparo de la sombra de una generosa acacia que nos miraba con evidente conmiseración y en algún momento hasta con socarronería.

Al final, y después de marear la bola, fue la más pequeña la que dio con el secreto y con un leve gesto, «déjame a mí, abuelo» y una uña precisa dio con el final del envoltorio y la testaruda bolita  desveló su contenido.

EL ENTRENADOR PERSONAL

En ocasiones, lo insólito se cuela paralelo a lo largo del carril y se convierte en muestra para el debate íntimo; y este es el caso que me ha estado rondando a lo largo de la pasada semana.

Cada día y a la misma hora he podido contemplar a un varón ― probablemente superados los sesenta años― caminando hacia atrás siguiendo la línea discontinua que separa las dos direcciones de una calzada sin tráfico de vehículos a motor. A partir de la primera presencia, di en pensar que algo poco ordinario había en tal conducta. ¿Acaso alguna terapia impuesta? ¿Quizás una estimulación de reflejos? ¿Podía ser una forma de meditación?
 Al cabo de los días sucesivos he pensado que en ningún caso se trata de un trastorno mental porque el grado de serenidad y control de movimientos del cuerpo no es posible realizarlos con tanta perfección y exquisito cuidado como lo observado. Y ya se sabe, una consulta al Google y asunto concluido.


EL ENTRENADOR PERSONAL

Enlace:


«Caminar hacia atrás se practica desde hace mucho tiempo, especialmente entre las personas mayores como parte del ejercicio diario para estar mental y físicamente en forma. Este tipo de práctica también se conoce como retro-ejercicio.
Mucha gente en Japón practica este tipo de ejercicio de caminar o correr hacia atrás. De esta forma, se queman varias veces más calorías que el modo tradicional de ejercicio para hacer footing. En los entrenamientos de diversos deportes como el fútbol, baloncesto o tenis donde se requiere que los jugadores se muevan en todas las direcciones una de las rutinas de entrenamiento es correr hacia atrás...»

 BENEFICIOS:
— Se define parte del desarrollo muscular en las piernas que hace que estén más fuertes. También se mejora la coordinación deportiva. Este tipo de ejercicios nos ayuda a mejorar el equilibrio. Algunas personas lo utilizan para la rehabilitación de las lesiones.
— Caminar o correr hacia atrás requieren más esfuerzo físico de lo normal. Es probable que su frecuencia cardíaca aumente aún más en comparación cuando se está moviendo hacia adelante.
— Muchos japoneses realizan este tipo de ejercicio de caminar o correr hacia atrás para quemar más calorías.
— Con 100 pasos hacia atrás estamos quemando las mismas calorías que si realizáramos de 300 a 500 pasos convencionales hacia delante.
— Además, cuando se ejecuta este tipo de entrenamiento de manera inconsciente se aumentar la longitud de la zancada en cada paso hacia atrás.
— Muchos velocistas incorporan este tipo de ejercicio en su rutina de entrenamiento.
— Por último, pero no menos importante, caminar hacia atrás es una buena manera de bajar cuestas muy empinadas si sufrimos dolor de rodilla o lesiones en músculos del tren inferior. Caminando hacia atrás tenemos una menor presión sobre la articulación de la rodilla.


miércoles, 30 de julio de 2014

GRAFFITIS Y GRAFFITIS

Hay que convenir en que algunos de nuestros estudiantes y, otros afines, merecen todos los elogios para una conducta como la suya, capaz de sustituir su tiempo de libre disposición y albedrío, por el admirable afán de acrecentar su caudal de conocimientos de expresión escrita y convertirles en una  muestra solidaria de sus excepcionales aptitudes. A poco que uno preste atención a sus «muestras gráficas» puede llegar a numerosas conclusiones. Entre ellas, la de que no son banales sus esfuerzos y que representan un futuro halagüeño para el desarrollo de las actividades profesionales, sociales, culturales y económicas de las futuras generaciones. Trazos de firmeza concluyente muestran un decidido empeño que les permitirá superar dificultades y obstáculos; inclinaciones de rasgos a un lado y a otro de su escrito confirman la indudable tendencia de contactar con los demás (espíritu de equipo); escritos ascendentes responden a actitudes vitalistas; líneas horizontales nos indican un carácter firme que no se deja llevar por el entusiasmo ni por el desánimo...etc.  En fin, un excelente abanico de personalidades dispuesto para afrontar los retos del futuro con las máximas garantías de éxito.  

Incluso hay ocasiones en las que se descubren muestras de solidaridad hacia alguna persona sobresaliente por sus hazañas deportivas. Es el caso que se muestra en la imagen a continuación en el que un famoso atleta, cuyos méritos le han hecho merecedor de figurar como ejemplo ciudadano de constancia, esfuerzo y pundonor, al que muestren su incondicional apoyo. Cómo se verá, en él, los escritores han querido plasmar junto a su imagen, el alto grado de estima que les merecen sus hazañas convirtiendo cada una de las firmas en un galardón personal para sus hazañas deportivas.



Uno, que aunque no es muy viajado que digamos, ha podido comprobar, no sin cierta dificultad por su escasez, algunas muestras gráficas de este «arte pendolista» en diversas ciudades y pueblos, que en nada superan en cantidad ni calidad a las que nosotros disfrutamos en Burgos. Es, por demás halagüeño, por ejemplo, que entre la pléyade de peregrinos que discurren por la ciudad, sea frecuente que guarden en su retina la impronta de las más espectaculares muestras de grafismo que abundan a su paso; fachadas, reclamos publicitarios, señales de tráfico, algún que otro árbol, farolas, bancos públicos, muros y monumentos de larga y honrosa historia, estatuas, paneles, mapas de información turística, centros educativos...;  y un largo etcétera, demuestra la «abundante creatividad» que convierte a la ciudad en un claro ejemplo cultural que ofrecer a propios y extraños. Será para cada peregrino un «grato recuerdo» de su paso por nuestra ciudad.

Por otro lado, hay que reprochar a los poderes públicos su desmedido afán por evitar, más o menos eficazmente, que los autores de estos trabajos lleven a cabo sus encomiables esfuerzos de mejora en la expresión gráfica. Se ha dado el caso de que sorprendidos los encargados de esta tarea en pleno actividad de limpieza, coincidieron con un «escritor» de corta edad que provisto de spray (atomizador o aerosol en castellano) iniciaba su tarea diaria «estorbado» por los primeros. Incluso estos cometieron la torpeza de increparle duramente con la ayuda de un paseante que discurría por el lugar. A las voces de reproche acudió el padre del chaval que a punto estuvo de emprenderla a guantazos contra el trío represor. «Mi hijo es libre de hacer lo que le venga en gana en uso legítimo de sus libertades», argumentó.

Una última cosa que añadir. Según los poderes públicos municipales, los trabajos de aseo que «estorban deliberadamente la legítima libertad señalada» supusieron el irrisorio gasto de quinientos mil euros en el año 2012.
un burgalés paciente

ESTO, ES OTRA COSA:


lunes, 28 de julio de 2014

CATALINA

Hace bastante fresquito por las mañanas, pero el aire está tan limpio que el pedalear, aunque sea superando repechos de poca monta, es un verdadero placer. Hay otro placer añadido que con el tiempo y la frecuencia se convierte en verdadera relación de amistad entre los ciclistas del carril. Pedalear a diario por el mismo recorrido y a la misma hora, se convierte en lugar de reencuentro común para los velocipédicos habituales que coincidimos en el paseo. Al cabo de unos días, la frecuencia y las coincidencias en el trasiego de catalinas* hace que las miradas entre colegas comiencen a contemplarse con simpatía primero, con una sonrisa más tarde y en un saludo cordial definitivo que ya se repite cada día.

Y este es el caso. Todos los días nos reencontramos un colega él para allá y yo de regreso, a todas luces también muy jubilado y pertrechado de la manera más sensata; zapatillas a lo Bahamontes, casco multicolor, gafas RAYBAN polarizadas, chándal hasta la cintura, culote a lo Valverde y guantes con dedos recortados. Sin duda, todo ello para conservar indemne su voluminosa envergadura y, de paso, su dignidad de ciclista convencional. Su bicicleta es una brillante «todoterrenazo» como a sus cinco años la llamaba un sobrino mío.  Lamentablemente mi estampa no cuadra con semejante señorío y la bicicleta que pedaleo es plegable, ruidosa y, para mí, algo pesada cuando cargo con ella camino del trastero.

Hoy, por primera vez, a lo largo de una repetida secuencia semanal de encuentros, hemos decido acompañar a la sonrisa, el «hasta luego» habitual entre conocidos que acaso termine con unas cañas, unos pinchos de chorizo con esquina de pan en el bar de Fuentesblancas y una franca charla entre camaradas. Sentados a la mesa con este aperitivo, iniciaremos sendas tertulias mañaneras para recordar otros tiempos y otras epopeyas y, sobre todo hablar de la crisis, los impudores, de lo jodido perdón por el vocablo pero es lo que se lleva en coloquios semejantesde estos tiempos amorales y, finalmente, de los nietos de cada uno para sellar definitivamente nuestra amistad, porque los nietos son otra cosa.

Así que, como se puede ver, lo del carril bici puede ser algo más que sólo un simple ejercicio físico saludable y provechoso para la salud de cuerpo y alma. 
Catalina

                                                                                     
                                                                                                                                               Ontillera
      

ZODIAC

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