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domingo, 29 de noviembre de 2015

UNA

UN RESCATE CON CORAZÓN



«UNA»

La perrita apenas tiene una decena de meses y, mal que bien, ha sobrevivido a una lamentable experiencia de abandono que, afortunadamente, ha terminado en el mejor de los desenlaces. Recogida por quien había descubierto su desamparo y deseaba recuperarla, terminó en las manos de quien, ante la presencia del lamentable deterioro que mostraba el animal, puso los ojos y el corazón en tanto infortunio y un impulso de ternura la empujo a decidir que la imagen desoladora de aquel cuerpecito destrozado sería su inmediato empeño recuperador. Así es como la perrita fue acogida en casa de mi amiga Elena y, en ella, con los cuidados sanitarios y el cariño que el animal ha recibido a manos llenas, disfruta de las ansias del vivir y se ha recuperado de tanto quebrando. El tiempo y las atenciones veterinarias juegan a favor de ambos y el animal restablecido se convierte en la compañera incuestionable de quien, cuando gira la llave de la puerta de regreso al hogar, disfruta a diario de la más espontánea y cariñosa de las bienvenidas. Siempre con la alegría habitual y el espectacular patinazo por el pasillo de la vivienda, aparece a la puerta con la mirada y el alma puestas en su protectora a la que muestra su vigor restablecido, las evidentes muestras de cariño y la incuestionable fidelidad.

En los momentos de libertad a pleno pulmón, corretea de un lado para otro como para agradecer la vida que le ha sido rescatada. Hasta que aparecen revoloteando los ánades que frecuentan el río y se convierten en su objetivo lúdico por excelencia. Corre y casi vuela tras ellas y tal parece que unas y otra hayan establecido un pacto de no agresión, porque ni ellos parecen concederle relevancia alguna ni ella consigue otra cosa que mostrar su fogosidad restablecida. 

Sin embargo su condición de cazadora atávica, no le abandona nunca y ello ha permitido demostrar que lo que viene en los genes no siempre se puede combatir con disciplina. Porque, efectivamente, aun siendo obediente hubo ocasión en que campó tan libre y estimulada  por sus impulsos cazadores que remató una correría en libertad y a campo abierto, con la captura de un conejo con el que apareció atrapado entre sus dientes. La perplejidad producida con semejante proeza fue tan inesperada como sorprendente y, es probable que la perrita, coleando orgullosa de su habilidad, mostrara su mirada inquisidora ante el regocijo y la sorpresa de quienes la contemplaban con asombro, como a la espera de un veredicto y una palmadita en el lomo.

Una ya es un ser capaz de aceptar buenas maneras sin perder nunca su condición atávica de animal avisado. En alguna ocasión, cuando sus trastornos digestivos se le hacen especialmente agudos ―con absoluta discreción y en el momento adecuado― acude a la automedicación y resuelve sus problemas sin encomendarse a consultas veterinarias previas. Y es una planta que adorna el cuarto de estar, previamente seleccionada de entre varias, la que termina en sus fauces dejando descabezado al tiesto y, en poco tiempo, repuesto el vientre. Tampoco es agobiante y mucho menos escandalosa. Experta en gastronomía canina, cada vez que vuelve de sus paseos diarios, acude de inmediato a la cocina con la intención de comprobar lo que se guisa en las sartenes. Parece que ese movimiento culinario la inclina a pensar en la  dieta canina que pronto va a recibir.

Y esta es la pequeña historia de un animal que, amparado con los valores humanos de la generosidad y el cariño, ha generado la admiración y respeto de quienes conocemos el saber hacer y la generosidad que es principio de nuestra amiga Elena.
Burgos 29 noviembre 2015
E.G.S.

miércoles, 29 de abril de 2015

EL CANICHE Y EL ALZHEIMER

Nadie sabe si los perros van al cielo pero, en este caso, es seguro que el cielo ha enviado uno a la residencia de ancianos con Alzheimer




lunes, 16 de marzo de 2015

UN PERRO PASTOR NADA CONVENCIONAL



Cómo mantener unida a una cuadrilla de amigos con la ayuda de un perro pastor especialmente entrenado para mantenerlos a raya. 

Click en este enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=y07at1bU89Q

miércoles, 21 de enero de 2015

MAYMO




Este hombre sin techo estaba dispuesto a dormir a la intemperie a pesar del durísimo invierno que hacía imposible la vida a la intemperie. Y todo para poder estar junto a su perra. Afortunadamente su vida comenzó a cambiar gracias a la ayuda de los demás. 

La historia de Bernard Holland (53 años) y Oreo, su perro de dos años, fue publicada por primera vez en enero en The Indianapolis Star, un diario de Indianápolis, la capital de Indiana, en Estados Unidos. Holland se trasladó desde el Estado de Michigan en noviembre, y en un principio se hospedó con una familia. Sin embargo, contó el periódico, pronto se quedó sin un lugar a donde ir y no pudo encontrar un refugio en el que se aceptaran perros. Pero abandonar a su mascota no era una opción que estuviera dispuesto a contemplar. Así que Holland armó una carpa en un campamento para personas sin techo y aguantó varias noches con temperaturas bajo cero al lado del animal. Un tiempo después, el hombre y el perro fueron encontrados por un trabajador de un refugio local, Horizon House. 

La organización, conocida su dura experiencia nocturna,  comenzó a trabajar junto a Holland para resolver su situación habitacional y para que, tanto él como Oreo, pudieran pasar el invierno protegidos bajo techo. Aquí entró en escena el refugio canino Wigglebutt Doghouse. El grupo se ofreció a cuidar a Oreo hasta que Holland encontrase trabajo y un lugar donde vivir. “Está seguro, y sé que la están cuidando bien”, dijo Holland. 

Gracias a la ayuda de estas organizaciones locales, en febrero Holland pudo comenzar a trabajar medio día en el refugio canino. Desde entonces, dijo el periódico, encontró un motel en el que Oreo y él pudieron vivir juntos. “Es asombroso ver el cambio en Bernard desde que todo comenzó”, dijo al periódico Melissa Burgess, de Horizon House. “Cuando lo encontramos por primera vez estaba triste, perdido, y ahora está con más energía y ánimo. Estamos muy orgullosos de él”.  La historia de Holland conmovió a personas de todo el país, que hicieron numerosas donaciones para él y Oreo. Holland dijo al Indianapolis Star que esperaba encontrar un trabajo de tiempo completo y asegurarse una vivienda permanente para él y su querido cachorro. 
“No busco ser rico, solo vivir feliz”, dijo. 

martes, 4 de noviembre de 2014

JUMPY EL PERRO




Jumpy es un perro que me recuerda un famoso comentario mantenido entre varios cazadores a propósito de la habilidad de sus canes. Según afirmación generalizada convinieron en asegurar que hay perros mas inteligentes que el amo. Y para confirmar el aserto con la propia experiencia, uno de ellos sentenció con verdadero énfasis; "Como el mío". 
Ignoro las habilidades cinegéticas de su animal pero sin duda; Jumpy, aunque con otras mañas ha de ser un digno descendiente de aquel animal. A las pruebas me remito. Pinchar en el enlace para comprobarlo.


Extreme Jumpy The Do

miércoles, 28 de mayo de 2014

BEAGLES. PRIMERA EXPERIENCIA DE LIBERTAD

Seis Beagles tienen la suerte de experimentar la libertad por primera vez en su vida. Los Beagles son utilizados por las compañías de investigación debido a su naturaleza amable, confiado y dócil y se adaptan bien a vivir en una jaula. Aquí se muestra su rescate de un laboratorio de investigación en Nevada por el Beagle Freedom Project. El Beagle Freedom Project trabaja con las instituciones de investigación para proporcionarles la adopción una vez que no se necesitan para la investigación.


Clic en el siguiente enlace:
Beagles Experience Freedom

Los beagle son una raza de perros de tamaño pequeño a mediano. Tienen un aspecto similar al foxhound, pero de menor tamaño, con patas más cortas y orejas más largas y suaves. Este perro, clasificado en el grupo 6, sección 1.3 por la Federación Cinológica Internacional, es un sabueso utilizado principalmente para rastrear liebres, conejos y otras piezas de caza. Su gran capacidad olfativa e instinto de rastreo hace que se utilicen como perros de detección de importaciones agrícolas prohibidas y productos alimenticios en cuarentena a lo largo de todo el mundo. Son animales inteligentes, y populares como animales domésticos debido a su talla, carácter tranquilo y carencia de problemas de salud congénitos. Estas características también hacen de ellos una opción como sujeto de experimentación in vivo.
Aunque esta raza existe desde hace más de 2000 años, el desarrollo moderno de su cría comenzó en Gran Bretaña en torno a los años 1830 junto con otras razas como los talbot, el north country beagle, el southern hound y posiblemente el harrier.
Los beagles han sido representados en la cultura popular desde la época isabelina tanto en la literatura como en la pintura y, más recientemente, en el cine, los cómics y la televisión. A menudo se cita a Snoopy, uno de los personajes principales de la tira cómica Peanuts, como «el beagle más famoso del mundo».

De la wikipedia
http://es.wikipedia.org/wiki/Beagle




sábado, 16 de noviembre de 2013

BOBBY



Bobby fue un Skye Terrier, compañero de un policía llamado John Gray, quien vivió a mediados del siglo XIX en Edimburgo. John y su perro se convirtieron en amigos inseparables hasta que en 1858 John murió de tuberculosis, siendo enterrado en el cementerio Greyfriars. Su perro Bobby se hizo famoso en toda la ciudad, porque durante 14 años permaneció junto a la tumba de su amo, hasta encontrar su propia muerte en 1872.

Los perros no estaban permitidos en el cementerio de Edimburgo, por lo que Bobby era expulsado una y otra vez de la tumba por los vigilantes, regresando al día siguiente independientemente de las condiciones meteorológicas. Una mañana de lluvia, un cuidador lo encontró empapado y tiritando sobre el suelo, conmoviéndose tanto, que en adelante le permitió quedarse junto a la tumba. Bobby acudía todos los días a comer las sobras del restaurante “The Eating House”, próximo al cementerio, cuyos clientes le habían cogido mucho cariño. Tan pronto como terminaba su comida acudía rápido de nuevo junto a la tumba de John.

Fue tanta la fama que alcanzó el animal, que su vida y su situación legal llegaron a oídos del mismísimo alcalde, William Chambers, quien afortunadamente era un gran amante de los animales y en lugar de enviarlo a la perrera, acudió a visitarlo al cementerio. Sir William quedó tan enternecido con “Bobby”, que decidió abonar su licencia fiscal de forma indefinida, colocándole un nuevo collar y un plato de bronce con la inscripción: “Greyfriars Bobby del Alcalde, 1867, autorizado”.

Un año después de la última guardia de Bobby, la Baronesa Burdett Coutts hizo esculpir una estatua para recordar su vida y la devoción a su amo. La estatua continúa hoy en día delante del pub Greyfriars Bobby, cuyo nombre recuerda para siempre tan bella historia. Muchos estudiantes acuden cada noche a este pub sin saber la bella historia que recuerda la estatua. El collar y el plato de comida de Bobby se conservan en el Museo de Edimburgo.

Mayor detalle en el siguiente enlace:
http://www.taringa.net/posts/info/8053010/Bobby-El-Perro-Fiel-De-Edimburgo.html

domingo, 14 de julio de 2013

ONDA CERO - COMO EL PERRO Y EL GATO


"COMO EL PERRO Y EL GATO"




Escuchar:

Mi sincero agradecimiento a Carlos Rodríguez y todos los demás componentes de su equipo por la deferencia que tuvieron incluyendo el precedente mensaje en su programa "El Perro y El Gato"

Eduardo García Saiz

Acceso al libro y descarga gratuita:
http://www.bubok.es/libros/205185/Memorias-de-un-sexagenario-adolescente


jueves, 4 de julio de 2013

POR TIERRAS BURGALESAS DE LARA (años cuarenta)




Quintín era una especie de buhonero capaz de endulzar la piedra pómez o vender un ajuar de novia a cualquier esposa y madre de larga prole y, aún así, dispuesta a escuchar su verborrea de halagador curtido. Habilísimo mercader al detalle, recorría las aldeas de las Laras cargado de enseres para satisfacer las demandas de utensilios para el vasar, recipientes para conservar encurtidos, vasijas artesanales para el agua o el aceite y otros útiles domésticos. Tampoco faltaban en su oferta los primorosos candiles de hojalatero que iluminaban el ordeño de las ovejas o los sombríos atardeceres al amparo de la gloria o el fogón. Era ducho en comerciar con pastores y gañanes cuyas artesanías, elaboradas pacientemente en madera de boj, compraba a bajo precio y vendía con pingüe beneficio. Incluso era especialmente diestro en manejar las situaciones más peregrinas con la audacia de quien arriesga poco y disfruta mucho.

En la época de las matanzas del cerdo, allá por San Martín, era tradición que las primeras delicias porcinas fueran motivo para la distendida tertulia de los vecinos varones de la aldea, a la vez que disfrute gastronómico con hogaza, trago de porrón y cigarro. Sin embargo, como no hay cosa humana en este mundo que no tenga su aquél, en estas ocasiones siempre había un desequilibrio entre las aportaciones porcinas y el número de comensales. Eso, que había un tertuliano, y siempre era el mismo, que consumía alegremente de las raciones de todos y nunca aportaba la suya. Los cachazudos vecinos aceptaban de mala gana semejante desfachatez y hartos de sufrir tanto desaire, decidieron recurrir a las mañas de Quintín para escarmentar al glotón insolidario.


Cuando este llevó a cabo la matanza de su cerdo y puso a buen recaudo lo que debería de ser compartido, nuestro héroe decidió el plan a seguir para hurtárselo y comerlo en su ausencia. Efectivamente; cuando el sueño de los vecinos comenzaba su travesía nocturna, de forma insólita y harto alarmante, comenzó a sonar una de las campanas en la torrecilla del templo sin que hubiera caso o razón para tales tañidos. Ni siquiera eran sones regulares alertando a todos de algún fallecimiento inesperado, incendio o desastre natural. Eran tañidos anárquicos y sin secuencia alguna que pudiera ser interpretada según las normas al caso. Pronto se extendió la alarma en la aldea, pensando que había de ser cosa de almas en pena o sortilegios de brujería y, en masa se reunieron los vecinos frente al templo para comprobar que, efectivamente, la campana seguía en su sonar sin averiguar ni el quién ni el porqué. 

Uno de los muchachos más audaces decidió encaramarse a la espadaña de la iglesia y pudo comprobar que nada extraño se observaba en el entorno de la campana y que la cuerda anudada al badajo apenas se movía como lo hacía con el airoso vigor de los días de fiesta. Sin embargo, sí lo hacía como para que sus sones se oyeran claramente. Incluso la temeridad del valeroso joven llegó a más. Con la fortaleza de su años mozos cogió la cuerda y, de un fuerte tirón, la elevó algunos palmos provocando un más que alarmante aullido que sembró el espanto en la concurrencia y especialmente en el muchacho. A punto estuvo el zagal de dar con sus huesos en el suelo pensando en cosa de difuntos airados dispuestos a cometer cualquier desafuero para castigar su felonía. 


Sin embargo, se impuso la cordura y, reclamada la llave del templo a la sacristana de la parroquia, pronto se descubrió el enredo. Con todas las cautelas del mundo abrieron las puertas del templo de par en par y descubrieron la causa del alboroto; allí estaba el mastín compañero de andanzas de nuestro buhonero con la cuerda del campanario atada a su rabo. El animal, tratando de deshacerse de semejante trinca, cada vez que se movía provocaba un leve tirón de la cuerda y el badajo se ponía en movimiento haciendo sonar a la campana. 


La carcajada unánime no fue excusa para no maldecir la añagaza de Quintín que interrumpió de forma tan alarmante el sueño de todos. Este, con la ayuda de un par de secuaces, estaba ya poniendo a disposición de los camaradas la ración de cochino que, gracias al alboroto, fue posible hurtar de la casa del gorrón. La tarde del día siguiente fue el momento para la chufla y el disfrute de la exquisita ración que el “andanas” tenía reservada para otros paladares.

sábado, 4 de mayo de 2013

HACHI




La historia de Hachi, un perro akita, es una muestra más de las muchas que la experiencia entre seres vivos de distintas categorías muestra como el lado más hermoso del convivir entre especies y estas con el hombre. Ejemplos como el de Hachi son frecuentes y confirman hasta donde algunos valores son una muestra incuestionable de que la virtud de la fidelidad no es patrimonio exclusivo de la especie humana.

El relato de la peripecia de Hachi comienza en una granja de Odate (Japón) a principios de 1924. Eisaburo Ueno, profesor en la Universidad de Tokio, compró el animal como mascota para su hija adolescente Hachiko a quien se lo envió dentro de una caja a la estación de Shibuya. Después de dos días de viaje en tren, el cachorro llegó en estado tan lamentable que parecía estar muerto. Sólo al llegar a casa descubrieron su viveza ante un vaso de leche que consumió con deleite. Fue este el comienzo de una vida sorprendente que convirtió su fidelidad en argumento para el fascinación de los habitantes del lugar.

Cuando la hija del profesor contrajo matrimonio y se fue a vivir a la casa paterna de su esposo, el profesor pensó en regalar a Hachi pero pronto se encariño con el perro que lo adoraba sin reserva. Cada día acompañaba al hombre a la estación del ferrocarril, cuando este acudía a su trabajo, y al final de la jornada volvía a recibirlo. Esta querencia, de la que perro y amo participaban, no pasó inadvertida ni por los viajeros del tren ni por los comerciantes de la zona. Este hábito inquebrantable continuó hasta el 21 de mayo de 1925 en que el profesor sufrió una hemorragia cerebral mientras daba sus clases y falleció. 


Hachi acudió a esperarle como cada día y su amo no volvió aquella noche a casa. A partir de aquel momento, estableció su estancia en el mismo sito frente a la estación a lo largo de los siguientes nueve años de su vida y fueron las personas que acudían con frecuencia a la estación las que cuidaron de él durante ese largo periodo.

En abril de 1934 fue erigida una estatua en su honor en la estación de Shibuya y el propio Hachi estuvo presente el día que se inauguró. El 8 de marzo de 1935 fue encontrado muerto frente a la estación tras esperar infructuosamente durante nueve años. 

Este relato verídico ha sido argumento para la realización de sucesivas películas y programas de televisión. En agosto de 2009 fue estrenada una versión estadounidense de esta película, titulada Hachiko: a dog's story (Siempre a tu lado, Achiko). Protagonizada por el actor Richard Gere, trata la historia de Hachikō y su relación con el profesor, aunque la acción se desarrolla en Estados Unidos. La película fue filmada en Rhode Island, y también participan Joan Allen y Jason Alexander

Y esta ha sido mi fuente para completar el relato con la ayuda de la Wikipedia cuyas imágenes forman parte del artículo que completa la historia del perro. Para más amplia referencia acudir al siguiente enlace:


Imágenes tomadas de la red (Google)



domingo, 17 de febrero de 2013

QUIYO





Quiyo es lo más parecido a un hidalgo del sur trasplantado a la meseta castellana. En ella ha encontrado su acomodo como sustituto de un viejo conocido, porque ahora ocupa el espacio que abandonó Zacarías para buscarse la vida por otros derroteros. De éste, poco o nada sabemos salvo que ha dejado en la villa generosa estirpe de nietos, dignos relevos que ahora proclaman la bella estampa del abuelo.

Pero hablemos de Quiyo, nuevo residente en los lares que abandonó su predecesor y que, según parece, apunta también modales de elegancia canina. Su color blanco con algunas manchas negras, le hacen inconfundible y fácilmente controlable incluso en la oscuridad. Hay un detalle, especialmente singular, que recuerda el peinado de algunas testas con una raya central que separa ambos lados del cráneo y que le da un aire especialmente distinguido.

Su carácter inquieto y despierto y su habilidad en el arte de la evasión, le empujan a campar a sus anchas por la villa en busca de ratones y otros animales de envergadura semejante, para quienes se ha convertido en auténtico terror.

Como corresponde a su hidalguía, vive en una señorial caseta, expresamente construida en el jardín, para acomodar allí su estirpe en los tiempos de descanso. En ella se muestra feliz incluso en las duras noches invernales de la meseta. Para combatir el frío y las heladas nocturnas, dispone de un pijama de gruesa lana y corte perfecto que, sin embargo, rechaza airado por mucho que se le razone la imperiosa necesidad de abrigo. Sin duda, sus genes sureños le impiden aceptar la inevitable realidad de las bajas temperaturas y muestra así su inquebrantable bizarría. Por las mañanas, una vez desperezado, asciende las escaleras de la casa y acude con urgencia al tufillo del cuenco, impulsado por la gazuza que le invade como a cualquier mortal. Lo hace con sonoras llamadas de pezuña expresando así sus premuras para hacerse oír. Es parco en consumir y generoso en agradecer. Sólo le irritan las ausencias de los dueños cada vez que estos abandonan la villa, mostrándose especialmente huraño en estas ocasiones.

Los orígenes de Quiyo no son ni enigmáticos ni siquiera desconocidos. Llegó del sur y fue entregado, a poco de nacer, como generoso obsequio de quien deseaba proporcionar consuelo por la ausencia de su antecesor. De modo que su infancia canina no pudo ser más placentera. Fruto del cruce de sus ancestros, los perrillos cazadores de la raza terrier británica con perros andaluces de las zonas bodegueras y graneros de Cádiz, forma parte de la raza de cazadores entregados a la tarea de limpiar las bodegas y graneros gaditanos de los pequeños roedores que se arriesgan a gorronear.

Poco proclive a la conversación, -de lo expuesto no suele hablar ni siquiera en términos de monólogo-  si en alguna ocasión le acucia el deseo de hacerlo, pronuncia sus ladridos en forma un tanto jacarandosa como para recordar el sol y los aires de la tierra que le vio nacer y que sin duda recuerda. Como animal de compañía hay que admitir que se ha adaptado con facilidad al ambiente  rural y muestra, como todos sus congéneres, una especial atención a la compañía de los  niños que son la segunda de sus aficiones.

No es tampoco conflictivo en sus relaciones caninas con otros congéneres de la villa y no parece muy dado a exploraciones que signifiquen riesgo o le provoquen altercados con desconocidos. De modo que no se le conoce participación en grescas que pudieran haber salpicado el alto linaje al que pertenece. Sería tanto como admitir en él modales barrio-bajeros que en absoluto está dispuesto a manifestar.

Aun así, últimamente están despertando en él sus tendencias donjuanescas, superada ya la adolescencia y parece haber encontrado respuesta en un par de perritas que le tienen encandilado. Tanto, que hace un par de días demoró su regreso al hogar provocando las alarmas, que ya creían olvidadas en la familia con la experiencia de Zacarías. Al fin, alrededor de las seis de la madrugada, surgió entre la espesa niebla mañanera con cierto desaliño, inhabitual en su donaire, y con evidentes trazas de haber pasado una noche en plena tarea amatoria.

Así que su acomodo en tierras castellanas está siendo tan elegante como su estampa y modales lo acreditan. 

martes, 22 de enero de 2013

GALÁN


 Los cazadores matan cada año 50.000 galgos en España


En los siglos IX y X ocurre la colonización de grandes áreas de Castilla coincidiendo con la reconquista. Las grandes extensiones de terrenos baldíos y barbechos producen un incremento de las piezas de caza, consolidándose la tradición a las carreras de liebres con Galgos, práctica común tanto en los reinos árabes como cristianos.

Nos da constancia del aprecio que el Galgo suscitaba en estos años el gran número de leyes que penalizan su hurto o su muerte: Fuero de Salamanca (siglo IX); Fuero de Cuenca; Fuero de Zorita de los Canes; Fueros de Molina de Aragón (siglo XII); Fuero de Usagre (siglo XII)...
De Wikipedia
La Enciclopedia libre

Galgo español ante su hábitat ibérico (de Wikipedia)

Galán
Aún recuerdo, con cierto pesar, a los galgos de mi niñez que se movían por la villa en que nací, colgando de su cuello una larga tablilla que golpeaba intermitente sus patas al caminar. Aquel trozo de madera lo emparentaba yo con la regla intransigente y siempre dispuesta a corregir nuestros desatinos escolares. Ignoraba si los animales también habían cometido alguna travesura y les convertía en reos de semejante correctivo. Porque más parecía castigo que galardón para sus gloriosas cabalgadas y fidelidad. Alguien me explicó que la idea era impedir que, en tiempos de veda de caza, desarrollaran su portentosa velocidad tras las liebres esquivas o cualquier otra presa a su alcance.

Siempre me maravilló su esbelta figura, su elegante caminar, sus velocísimas carreras convertidos en saeta vertiginosa tras la presa sorprendida y finalmente atrapada. Y, sobre todo, su presencia nada alarmante para nuestras pantorrillas cuando pedaleábamos. Tampoco recuerdo que fueran especialmente alborotadores y raramente candidatos en las travesuras con que algunos chicos entretenían su ocio entregados a desmanes con otros canes.

En estos días, he sabido el cruel destino que espera a estos galgos por el mero hecho de haber completado un ciclo de interés mezquino para el hombre. Llegado el momento, son desestimados cruelmente cuando se los considera una carga de la que deshacerse sin derecho alguno a recompensa. También he descubierto que en los últimos años se ha hecho corriente el mantenimiento de Galgos Españoles como animales de compañía. Son nobles, tímidos y aceptan bien la vida doméstica. Incluso su capacidad para compartir habitáculos comunes los convierte en excelentes compañeros de gatos y, sorprendentemente, también de conejos. 

Galán, como otros muchos galgos, había cumplido el pasado verano con su habitual esfuerzo y eficacia las tareas de certero perseguidor de liebres y conejos, a los que daba caza para colmar el morral de piezas abatidas y con ellas la vanidad de su dueño. Era final de temporada y el cambio de la casa de campo a la morada ciudadana hacia incompatible la presencia del animal en el reducido espacio de una vivienda de pocos metros. Al menos esa era la conclusión del cazador y por ello decidió abandonarlo. 

Y, entre todas las alternativas detestables, la más insólita de las muchas que acosan a estos animales terminó con la vida del can. No, no serían ni la escopeta, ni la cruel soga al cuello, ni el veneno o el agujero de un pozo. Ni siquiera el abandono a su suerte en la turbamulta urbana. Había muchas horas de placer cinegético compartido y el azul de la mirada del can reclamaba algún gesto solidario. Le abandonaría en descampado con la secreta esperanza de que alguien se prendara de su bella estampa y lo adoptara. Sin embargo y, aunque no era el plan concebido para el destino final del perro, serían los túneles del metro el cobijo definitivo para una vida de incondicional entrega y sumisión. Así llegó el animal a aquel acomodo y allí le dominó el espanto, entre rugidos y chirriar de máquinas, destellos luminosos que lo miraban con severidad y sorpresa y los azotes de los vientos que le envolvían con la fuerza de un Eolo iracundo. Así vivió las primeras y amargas experiencias en aquellos agujeros desoladores, que le sumieron en un porqué incontestable. 

Nunca pensó que en la ancha Castilla de sus correrías, lanzado al placer de galopar tras una liebre, el diario vivir fuera estorbado por tan ingrata experiencia. Era feliz en su cubículo rural y nunca le faltó ni la simpatía de los suyos ni el sustento aderezado con el cariño del ama de casa. Además siempre fue sumiso y su actitud pasiva y discreta, con largos momentos de sueño, le convertían en animal de compañía especialmente cómodo. Si acaso, siempre reclamó ejercicio regular con intensas carreras acorde con su condición atlética. Y esta era quizá su única exigencia. 

Todas estas consideraciones le inclinaron a pensar que aquel abandono en el extrarradio de la urbe no fuera el resultado de su conducta irregular. No encontraba otras razones para tan despiadado plante. Sin embargo, así fue como aquella tarde, encaramado en el todo-terreno junto al dueño, y después de un largo e intrincado recorrido ciudadano, descendió del vehículo que cerró sus puertas con celeridad tras él y, sin más, desapareció en la lejanía. Perplejo e indeciso, quedó el animal sumergido en las incipientes sombras de un atardecer gris y tormentoso. Algunos escarceos sin rumbo le condujeron a las proximidades de las cocheras del metro y hacia allí dirigió sus pasos. Acaso el frío y más tarde el hambre intimidaron a nuestro héroe y pensó en buscar refugio junto a aquellos inertes mastodontes. Quizá algún resto de comida abandonada en las proximidades de los vagones atendiera a su urgente gazuza.

Las horas pasaron entre zozobras, el hambre reclamó de nuevo su tiempo y arriesgó buscando un lugar más propicio en aquella maraña de agujeros que se adentraban en la oscuridad, insensibles a su angustia. En la lejanía algunas luces iluminaron su pesar y se dirigió a ellas con la esperanza de un encuentro liberador y un cuenco rebosante. A ellas llegó sorteando las vías y las infernales acometidas de aquellos monstruos ensordecedores hasta que encontró el origen de la luz. Pero el pasmo y los elocuentes gestos de las gentes en el andén estimulándole a la salida de aquellos laberintos, lejos de animarle, le amedrentaron y corrió, corrió tan veloz como el viento que, impulsado por aquella máquina infernal, le empujaba con más fuerza cada vez que se le venía encima. 

Sin embargo insistió en sus audacias porque el hambre no entiende de riesgos y se aproximó de nuevo al muelle luminoso para descubrir que, las llamadas y gritos de nuevo le urgían con gestos más apremiantes si cabe. Incluso algunas personas arriesgaron valerosamente para rescatarle de las vías. Pero lejos de atender a gestos y muestras solidarias, su desencantada esperanza tras el cruel abandono y la duda, le hicieron desconfiar y de nuevo huyó, esta vez tan rápido como su maltrecha fortaleza le permitía. 

Algunas horas más tarde, los túneles fueron testigo de su final cuando una de aquellas máquinas atronadoras superó los límites de su incierta galopada y le convirtió en víctima mortal de la incuria e insolidaridad humana.  

Que San Antón le haya premiado su coraje...

En el siguiente enlace, hay una alusión a la ingrata peripecia, seguida de muerte, del galgo al que he dado en llamar Galán. Falleció la pasada semana en los túneles del metro, sin duda arrollado por cualquiera de los trenes que circulan por ellos a diario.
En el mismo programa (Onda Cero "COMO EL PERRO Y EL GATO" - domingo 20 de enero 2013 / minuto 33 aproximadamente) hay una gentileza dedicada a este mi humilde Blog que dedico, entre otras cosas, al relato de pequeñas aventuras caninas. Por ello quiero mostrar mi sincero agradecimiento al director don Carlos Rodríguez y con él a su equipo por dar a conocer mis inquietudes.

viernes, 27 de julio de 2012

DE PASEO

                             
                                                 "Gente menuda" camino del recreo

sábado, 21 de julio de 2012

UN CAN CIVILIZADO

El carril bici depara toda suerte de experiencias con la presencia multirracial de cánidos que frecuentan las márgenes del río y sus aledaños.

Sin duda que ya es más que evidente mi afición por los canes, fundamentalmente como observador, y que ello me convierte en defensor de su dignidad y, en esta ocasión, además, en admirador de su solidaridad ecológica.

Precisamente el día en que se dilucidaba la final de la Eurocopa, un ventarrón con augurios de victoria sopló sobre toda la masa forestal que inunda Burgos. Tan fuerte ventolera provocó el desprendimiento de ramas, algunas de las cuales cayeron sobre el carril bici impidiendo el normal discurrir de ciclistas y otros atletas empeñados en aliviar la carga del tejido adiposo.


Pues bien, el hombre caminaba con su perro y conocida la capacidad del can para colaborar en cualquier propuesta que el dueño le hiciera iba a ser asumida sin remilgos por el animal, le mostró una de estas ramas caídas que el perro cargó sin dilación sujetándola entre sus mandíbulas para depositarla lejos del carril.

domingo, 15 de julio de 2012

LOBO





Hoy he conocido a “Lobo”, uno de esos perros especialmente inteligentes y bien adiestrados para buscar personas atrapadas entre escombros, perdidas en la maleza, cubiertas por un peligroso alud de nieves o en cualquier espacio peligrosamente alterado por cualquier catástrofe.

Caminaba yo de regreso a casa después de mi diario pedalear, y en contra de la experiencia habitual de canes en tiempo de solaz, ―sin otra tarea que la de husmear la popa de congéneres o gruñir a cualquier invasor de su supuesto territorio―,  «Lobo» estaba en plena actuación de sus diarios ejercicios prácticos realizados con exquisita precisión. Su cuidador, persona amable con la que he conversado a propósito de las habilidades caninas de su “alumno”, me ha contado el por qué de las habilidades del can. Tanto su condición de adiestrador como la del grupo de compañeros que trabajan con estos animales, son fieles al propósito de mantenerlos prestos para cualquier situación de peligro o desastre que requiera una acción inmediata.

Le he pedido permiso para fotografiar al perro y éste ha posado para mí como si se tratara de una más de sus habilidades. Su mirada inteligente parecía comprender el propósito de incluirle en mi colección de experiencias caninas, así que, sentado sobre las patas traseras y con la mirada limpia de quien comprende, ha permanecido en absoluta quietud y ha prestado su imagen con singular elegancia. Después, entre saltos, olfateos y recorridos impecables sobre pequeñas rutas preestablecidas, ha mostrado hasta que punto era dueño de su voluntad y diestro en el dominio de los recursos aprendidos. Ha sido una experiencia breve pero especialmente intensa que me ha recordado una singular anécdota ocurrida entre cazadores.
Comentaban en tertulia que algunos perros son más inteligentes que el mismo amo. Y uno de los presentes, cazador convicto y fervoroso, aprovechó para corroborar que eso le sucedía  a él con el suyo.
Bendita simpleza que confirma la especial relación de amistad ente hombres y cánidos, remacho yo, después de la experiencia matutina vivida.


ZODIAC

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