Acabo de leer las ciento once páginas del
hermoso libro cuya portada preside estas líneas. Con ellas me propongo hurgar en el ánimo de mi amigo y tocayo Eduardo cuya sensibilidad le convierte en referencia de una personalidad nacida para escuchar y comprender. Sus versos muestran la serena nostalgia de otras épocas y la ternura con que acaricia cada poema que las contempla. No hay versos contrariados, si acaso apenados con los que demanda cordura y reclama sensatez.
En cuanto a las imágenes, ocupando las últimas veintiocho páginas, son un viaje en el tiempo que solo puede ser contemplado con ternura y que confirma el secreto de que recordar es volver a vivir. Entrañables y descoloridas imágenes algunas que hablan de tiempos nunca olvidados y que parecen esperarnos a la llegada del autobús repleto de viajeros para celebrar la fiesta. O las imágenes rebosantes de chiquillería rodeando a maestros y maestras en cónclave para la posteridad. O las fotos de familia, siempre entrañables y emotivas. Incluso algunas de amigos en época de galanteos entre los que me incluyo agradecido...
Lo que me propongo es mostrar la seducción
que me ha producido cada verso en el ánimo, y la
serena placidez con que he discurrido por sus páginas. Alusiones a la familia que le amó y protegió
en la infancia; a los lares que compartimos; al amor a la esposa y a los hijos; a la
tierra que nos vio crecer, siempre abierta a la promesa de una cosecha acosada inevitablemente
por un clima despiadado; al verdor primaveral que llenaba los hogares de luz y promesas; al hogar familiar y sus celebraciones repletas de momentos gratos; al
sabor de la familia en los momentos de descanso; a las sendas rurales que
hollaron nuestro inquietos pies de niños; a los juegos de la infancia que
convertían nuestro ocio en el aula de la vida; a los amigos dispersos que un
día conformaron piña; a quienes se han ido y nos esperan; a la tarea de aprender de la mano que ama aunque haya sido con
dureza; a las aldeas perdidas que le entristecen y abaten; al camino de
Santiago; a la responsabilidad y el trabajo …
Me gustaría ser exhaustivo porque el
entusiasmo me embarga y transmitir tanta emoción contenida en tan
hermoso cofre reconforta. Pero tengo la sensación de que, si Eduardo, mi amigo y hermano
del alma, no lo impide, a quien lo desee y desde esta página, serviré de recadero para mostrar el
corazón abierto de quien es para mí el símbolo de la amistad más pura.
PLAZA MAYOR DE MI
PUEBLO
(Villadiego)
Encuadrada
por amplios soportales,
Su
armonía me llena de sosiego.
A su
luz y belleza yo me pliego,
En su
sombra forjé mis ideales.
Mucho
antes que yo, otros mortales,
Junto a
ti construyeron Villadiego,
Mi cuna
de la cual jamás reniego
Al
nombrarla en los puntos cardinales.
Plaza
que a través de la Historia has sido
Mercado
de ilusiones y esperanzas,
Lugar
de reencuentros, paseos, danzas,
Escenario
de vidas repetido
Que
pisarán de nuevo otras infancias
Para
nunca quedar en el olvido
MI PUEBLO
(Villadiego)
Esplendido amanece un nuevo día,
En Villadiego agosto extraordinario,
Paz, tranquilidad, marca el calendario,
Luz, el sol a nosotros remitía.
Recuerdos en las gentes producía
El paseo por calles, sin ideario,
Gozábamos abriendo nuestro armario
Vaciando lo que en él se retenía.
Mostrándonos al mundo y a la gente,
Decíamos que esta era nuestra cuna.
Gozosos nos sentíamos por ello,
Animando al vecino y al pariente
A salir en el día o con la luna
Y decir: ¡nuestro pueblo es el más bello!
12 DICIEMBRE 1978
(Villadiego)
Esplendido amanece un nuevo día,
En Villadiego agosto extraordinario,
Paz, tranquilidad, marca el calendario,
Luz, el sol a nosotros remitía.
Recuerdos en las gentes producía
El paseo por calles, sin ideario,
Gozábamos abriendo nuestro armario
Vaciando lo que en él se retenía.
Mostrándonos al mundo y a la gente,
Decíamos que esta era nuestra cuna.
Gozosos nos sentíamos por ello,
Animando al vecino y al pariente
A salir en el día o con la luna
Y decir: ¡nuestro pueblo es el más bello!
5 AGOSTO 2013
Eduardo Ruiz de Miguel
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