(Martes 10-04-2012)
Interiores de la vivienda
Hoy ha sido un día dedicado al recuerdo de los tristes acontecimientos que tuvieron lugar en esta ciudad como consecuencia de una extraña situación de histeria colectiva que afectó a algunas muchachas de la villa. Interpretada como una forma de presencia demoníaca en algunas personas de la comunidad, sometidas a brujería, dio lugar a la persecución y muerte por ahorcamiento de diecinueve de ellas.
Hay dos Salem. La una es el producto de la imaginación colectiva, la otra es un lugar con una historia verdadera, sombría y fascinante.
El logotipo de Salem representa a una bruja montada sobre una escoba que es el símbolo perfecto para una lugar conocido la ciudad de las brujas. Pero semejantes criaturas no existen. Y comprobar que en el año 1692 veinte personas inocentes murieron en la horca como culpables de semejante delito no puede por menos que sobrecoger el ánimo y juzgar aquellos acontecimientos como el resultado de la ignorancia y la perfidia más perversas. Más por la segunda que por la primera. A poco que el interesado en desvelar los orígenes de aquella caza espantosa, hurgue en la torcida mente de quienes dictaron sentencia, ha de concluir en que detrás de todo aquello, por mucho que estuviera condicionado por la ignorancia médica de la época y unas grandes dosis de fanatismo, tenía que haber algo más.
Porque según parece, había intereses mezquinos detrás de aquellos irracionales veredictos que culpab ilizaban a las víctimas, sin más pruebas que las aportadas por la histeria y la falsedad de unas niñas. El enfrentamiento de dos ricas y poderosas familias con la inevitable corte de incondicionales dispuestos a denunciar a su favor y, sobre todo las inestables muchachas, que como por ejemplo en el caso de Philip English, el comerciante más rico de Salem, pusieron sus histerias al servicio de la familia Putnam, alterada por la envidia y el odio, hacia el rico comerciante y sirvieron de caldo de cultivo. E este caso, él y su esposa fueron acusados de brujería y consiguieron eludir el arresto. Pero cuando más tarde fueron capturados, escaparon fácilmente de la cárcel. Ningún poderoso permanecía preso durante mucho tiempo teniendo en cuenta que los carceleros eran gentes fácilmente corruptibles.
En "The House of the Seven Gables" Hawthorne usa un ficticio relato sobre la locura de los Puritanos en la que un ciudadano de una ciudad sin nombre, Mathew Maule, es colgado en la horca como brujo. Su acusador, Colonel Pyncheon, quien desde siempre había codiciado los dos o tres acres de Maule, entra en posesión de ellos después de la muerte del ajusticiado. Sobre este terreno sangrante construye su casa Pyncheon y Hawthorne su oscura historia.
El logotipo de Salem representa a una bruja montada sobre una escoba que es el símbolo perfecto para una lugar conocido la ciudad de las brujas. Pero semejantes criaturas no existen. Y comprobar que en el año 1692 veinte personas inocentes murieron en la horca como culpables de semejante delito no puede por menos que sobrecoger el ánimo y juzgar aquellos acontecimientos como el resultado de la ignorancia y la perfidia más perversas. Más por la segunda que por la primera. A poco que el interesado en desvelar los orígenes de aquella caza espantosa, hurgue en la torcida mente de quienes dictaron sentencia, ha de concluir en que detrás de todo aquello, por mucho que estuviera condicionado por la ignorancia médica de la época y unas grandes dosis de fanatismo, tenía que haber algo más.
Porque según parece, había intereses mezquinos detrás de aquellos irracionales veredictos que culpab ilizaban a las víctimas, sin más pruebas que las aportadas por la histeria y la falsedad de unas niñas. El enfrentamiento de dos ricas y poderosas familias con la inevitable corte de incondicionales dispuestos a denunciar a su favor y, sobre todo las inestables muchachas, que como por ejemplo en el caso de Philip English, el comerciante más rico de Salem, pusieron sus histerias al servicio de la familia Putnam, alterada por la envidia y el odio, hacia el rico comerciante y sirvieron de caldo de cultivo. E este caso, él y su esposa fueron acusados de brujería y consiguieron eludir el arresto. Pero cuando más tarde fueron capturados, escaparon fácilmente de la cárcel. Ningún poderoso permanecía preso durante mucho tiempo teniendo en cuenta que los carceleros eran gentes fácilmente corruptibles.
En "The House of the Seven Gables" Hawthorne usa un ficticio relato sobre la locura de los Puritanos en la que un ciudadano de una ciudad sin nombre, Mathew Maule, es colgado en la horca como brujo. Su acusador, Colonel Pyncheon, quien desde siempre había codiciado los dos o tres acres de Maule, entra en posesión de ellos después de la muerte del ajusticiado. Sobre este terreno sangrante construye su casa Pyncheon y Hawthorne su oscura historia.
"Trial of George Jacobs, August 5, 1692" Matteson-Jacobs
Lugar en el que se iniciaron los juicios de Salem
Interiores de la vivienda
Hoy ha sido un día dedicado al recuerdo de los tristes acontecimientos que tuvieron lugar en esta ciudad como consecuencia de una extraña situación de histeria colectiva que afectó a algunas muchachas de la villa. Interpretada como una forma de presencia demoníaca en algunas personas de la comunidad, sometidas a brujería, dio lugar a la persecución y muerte por ahorcamiento de diecinueve de ellas.
Lápidas en memoria de las víctimas
En Charter Street se halla el Salem Witch Trials Memorial erigido en 1992, tercer centenario de los juicios. Presenta el poco usual e imaginativo forma de veinte piedras rectangulares sobresalientes horizontalmente en el interior de un recinto de piedra. Cada una está grabada con el nombre de uno de los acusados y la forma y fecha de su ejecución. Un camino sigue paralelo a las a las piedras cerrando el cesped interior y los altos algarrobos que simbolizan las ejecuciones. Ciertamente, sobrecoge el lugar.
Samuel Wardwell
Margaret Scott
Wilmot Rodd
Ann Pudeator
Mary Parker
Alice Parker
John Proctor
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Sarah Wildest
Martha Carrier
Bridget Bishop
George Burroughs
Rebecca Nurse
Elizabeth Howe
Susannah Martin
Sarah Good
George Jacobs
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Hola:
ResponderEliminarYa hemos comentado alguna vez que religiosos, si pero fanatismos, no. Ahora bien, ¿quien es capaz de mantener la cordura en una locura colectiva, sea del tipo que sea:deportiva, política, social, etc.
La solución suele ser leer, reflexionar, poner distancia, etc.
¿Es facil dar consejos, verdad?
Un abrazo para toda la familia