"... El bote era también uno de esos vicios tentadores que congregaba en su entorno a numerosos ludópatas y curiosos. Los primeros para probar fortuna y todos para consumir las exquisitas almendras garrapiñadas que se ofrecían como reclamo. Las seis primeras cartas del palo de oros de la baraja española pegadas sobre un tablero, un bote de tomate con un dado de parchís en su interior y la luz de un carburo era toda la parafernalia precisa para el juego. Los participantes elegían carta para colocar sobre ella sus billetes o monedas y la banca agitaba el bote con el dado en su interior. ¡Hagan juego señores!, ¿No va más?, ¡Arriba que levanto!, era toda la perorata que se oía del animador para estimular al juego. De los seis números de la baraja sólo el señalado por el dado recibía la recompensa de ver quintuplicada su apuesta. El resto de los jugadores veían desaparecer sus dineros en un abrir y cerrar de ojos hasta que una nueva oportunidad mantenía de nuevo la esperanza. Más de uno se alejaba desesperado después de ver mermados, cuando no agotados, sus dineros por la venta de un cerdo, un mulo o media docena de ovejas. No recuerdo a muchos que se apartaran satisfechos de la timba.
De entre los componentes de aquella
banca, viene a mi memoria un divertido personaje que provocaba estentóreas
risotadas entre los jugadores con sus jocosas ocurrencias. Todo el mundo le
conocía por «Bolera» y, de entre todas sus chuscadas, una se hizo famosa.
Siempre decía que trabaja veinticinco horas diarias y cuando alguien le
contrariaba con la lógica, él contestaba irrevocable: «¡Ah!, ¡es que yo
madrugo!".
(de MEMORIAS DE UN SEXAGENARIO ADOLESCENTE)
(imagen tomada el 16/01/2012)
Por lo que se ve, no parece que haya nada nuevo bajo el Sol. En este caso he fotografiado sólo el rótulo de la tienda que lo sustentaba porque parece que ha pasado a distintas manos y, lo que era un atractivo portal de comercio, es ahora una valla de ladrillos cubiertos de yeso con esperanzas de futuro. Veremos en qué queda el rótulo. De momento nuestro amigo Bolera no andaba descaminado en lo que a sobre-esfuerzo se refiere. Desde aquel hombre a hoy han pasado sesenta años largos.
Cuando yo era niño, también me atraía este juego como algo prohibido y, para mí, prohibitivo: carburo; almendras; dinero; ojos codiciosos; la Guardia Civil;...
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