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domingo, 9 de octubre de 2011

¿QUIÉN ERA PAULINO?

                   

LAS CHÁTARAS DE PAULINO

Recuerdo con placidez los breves años de la infancia en los que la vida en la villa que me vio nacer -mi querido Villadiego- nada estorbaba la candidez de quien creció en una familia en paz. Ello a pesar de que los años cuarenta no fueron los más propicios para garantizar venturas ni desahogos económicos. Los pequeños acudíamos al parvulario de doña Petra y recibíamos de ella toda la ternura que su gesto, siempre amable, irradiaba. Incluso cuando manejaba su largo puntero para señalar alguna oreja díscola, lejos de amedrentar al inquieto, provocaba una explosión de jolgorio generalizado que el pequeño era el primero en celebrar.

Sí que es cierto que algunas recetas educativas al uso, aunque bastante discutibles en cuanto a eficacia, quizá hubieran podido empañar mi sosiego infantil si la realidad no las hubiera desautorizado. Me refiero a la costumbre generalizada de amedrentar a los más pequeños de entonces con chantajes ligados a las maldades del «Sacamantecas», «El Hombre del Saco», «Camuñas» o «El Coco» cuando contrariábamos a los mayores. Como es obvio, ninguno de estos personajes jamás llegó a hacer acto de presencia en la villa, y aunque algunas veces aparecía un famoso limosnero con saco al hombro, su semblante risueño y bonachón y sus ademanes reposados, lejos de atemorizarnos nos estimulaban a la simpatía y al respeto. Se llamaba Paulino y siempre hacía gala de buen humor y compostura. Jamás usaba términos soeces y su buen talante y paciencia para dejarse observar le hacían objeto de atracción y estima por parte de toda la chiquillería. Incluso había compuesto una canción referida a sí mismo que nos cantaba sonriente y con la que declaraba su condición de trotamundos feliz:

«Con las chátaras de Paulino
Han hecho un camión sin ruedas
Para que vaya Paulino
Recorriendo los caminos…»

Pues bien. Este blog pretende ser un homenaje a este hombre que, a pesar de vivir entre penurias sin fin, supo convertir su vida en un placentero camino de serenidad. Es justamente lo que yo también pretendo; caminar plácida y serenamente con todos los que deseen compartir los relatos y experiencias de cada día que hoy comienzo.

1 comentario:

  1. Hola:

    No viene mua al caso pero recuerdo otro dicho que decía: "Chiguito: que te meto un brazo por una manga...".
    A mi me infundía pavor pensar en tal suplicio y aún hoy lo recuerdo como una advertencia de peligro inminente.

    Saliudos

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