La memoria en precario
Tengo dos buenas razones para
encargarme habitualmente de las basuras que, como a todo fiel ciudadano, se
acumulan a diario en cada hogar. La primera razón responde a un reparto de
cometidos domésticos del que este es uno de los míos. Y la segunda, porque esta
tarea suele coincidir con el viaje diario a la panadería en busca del pan
nuestro de cada día. Y este es el episodio, no exento de singularidad y, sobre
todo, de memoria trastocada, que me ha llevado a la anécdota que quiero contar.
He cargado con tres bolsas, una
de ellas, repleta de los residuos orgánicos de cada día, y las otras dos con
destino a los contenedores para el papel y los plásticos. Juntos estos, pero
alejados del primero, he iniciado las tareas arrojando por este orden: las
basuras en primer lugar y las bolsas de plásticos y papel a continuación y en
contenedores más alejados. Finalizadas estas tareas, e iniciado el camino de
regreso y he sufrido un arrebato de perplejidad tan alarmante como insólito.
Porque la bolsa de las basuras estaba frente a mí, enhiesta y acusadora,
reclamando mi presencia, —al
menos esa ha sido mi turbación—.
—«Yo
juraría, que la he tirado en primer lugar»,
me he dicho titubeando, pero allí estaba esperándome inquieta y, yo, con el
ánimo encogido y el deseo de corregir el entuerto, he cargado con ella y
después de algunos pasos, oigo que alguien tras de mi me llama la atención:
—«¡Oiga!,
¿adónde va con eso?»,
escucho sorprendido.
—«¡A
tirarla al contenedor de las basuras!»,
contesto alarmado.
—«¡Pero es que esa
bolsa es mía!», responde.
— ….
Tras la adecuada aclaración de
mis cuitas de memoria octogenaria mutilada, llegamos al acuerdo de tirarla
juntos y así, ambos, en animado coloquio sobre añoranzas y pesares, llegamos al
contenedor de orgánicos y tiramos su bolsa, que se une a la mía que, para mi
desolación, yace inerte, voluminosa e idéntica a la de mi colega.
Esto de la memoria próxima
arrinconada es como un libro repleto de hojas en blanco, con numerosas páginas
llenas de pasado que se muestran contundentes para confirmar que no todo está
perdido.
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