Probablemente pensará, quien se tome la molestia de echar un ojo a estas líneas, que no acierta a comprender el maridaje que se desprende del título y, como se verá más adelante, la conexión entre ambos es concluyente. Doy por hecho que todo el mundo que ha visitado la catedral de Santiago se ha situado frente a la imagen del santo mencionado con la misma intención de recuperar o incrementar el contenido de su materia gris. Un servidor también, porque las tradiciones son para eso, para mantenerlas.
«Al Santo dos Croques se le atribuye el poder de
traspasar sabiduría, inteligencia y talento a aquel que agachándose le propine
3 coscorrones con la cabeza. Se desconoce el origen de esta tradición, aunque
se especula que pudiera estar en los universitarios santiagueses que buscaban
“inspiración divina” para superar los exámenes».
Y ahora al grano. En la última de las ocasiones que he tenido la oportunidad de visitar la Catedral del Patrón
de España, yo, disciplinado y amante de la leyenda como suelo ser entre las
multitudes, me acerqué, dispuesto a repetir una vez más la tradición. Así que, golpeé
en la cabeza al supuesto maestro Mateo con la única demanda de que me ayudara a
no olvidar lo aprendido en el diario vivir. Tras de mí, una pareja de
quinceañeros ―hermano y hermana― que nos acompañaban en el viaje, llevaron a
cabo su inclinación y los correspondientes cabezazos, con el rigor repetido
millones de veces, y sin saber a qué venía el rito. Después de explicarles el
por qué de la costumbre, me dirigí al varón y le pregunté con intención de
alabar su saber recién incrementado con
una pregunta intrascendente:
― A ver, ¿cuántas son siete por ocho?
Le pregunté, seguro de su acierto.
― ¡Cuarenta y cinco! Respondió él sin
mostrar duda alguna.
Lleno de perplejidad quise remediar
el entuerto sin herir su sensibilidad e insistí:
― Once más.
― Cincuenta y siete, contestó de
nuevo.
― Una menos…
― Cincuenta y seis, respondió al fin.
una cosa queda clara, sumar y restar lo hace perfectamente, multiplicar no sabe. Un par, o tres, visitas mas al santo y conseguirá dividir mentalmente
ResponderEliminarY, si se pega muy fuerte, puede dividir...hasta su cabeza.
ResponderEliminarPreciosa la anécdota.
Saludos.