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viernes, 13 de julio de 2012

LAS RANAS DEL VENA


Las ranas

El río Vena burgalés ha recuperado la alegría. Probablemente suene a exageración semejante aserto considerando su sereno discurrir, nada caudaloso, camino del más generoso Arlanzón. Pero mi testimonio para confirmar la alegría del río tiene que ver con la fauna que alberga y en particular las ranas. Años atrás, hubo un grupo nostálgico de personas reclamando cualquier solución que repoblara los ríos de la ciudad con estos batracios. Incluso era patente la desolación al comprobar que prácticamente habían desaparecido de los tres ríos que discurren por los cauces urbanos y se barajaban toda suerte de razones del por qué de la ausencia de tan nostálgico croar. Se disparaban dardos contra el progreso que enturbia y contamina las aguas y hasta se culpaba a los insaciables ánades que, cuencas arriba y abajo, no parecen saciar nunca el apetito. Quizá los minúsculos renacuajos formen parte de su dieta, se decía, y ello se suponía que era una de las causas posibles de la desaparición. 

Pues bien, este año, avanzada la primavera burgalesa, se pudo escuchar un tímido e insólito croar que auguraba lo que ya hoy es una hermosa realidad a lo largo del cauce del Vena. Situadas en sucesivos tramos del río, hay ya alegres comparsas de ranas que, «…a través del canto, reconocen a las de su misma especie, advierten la presencia de depredadores y defienden sus recursos. Incluso, es con el croar del macho que la hembra identifica si tiene buena condición física, es grande o posee territorios de alta calidad, atributos que pueden definir la selección de pareja».

Así que, tras este despertar de los batracios unido al arrullo de las palomas en busca de pareja, el canto de los pajarillos revoloteando de rama en rama, los ladridos de complacencia de los canes en libertad y el sereno discurrir de las aguas del río, el pedalear sobre el carril bici resulta especialmente placentero. Es una excelente fórmula para serenar la mente y huir durante un par de horas de los sobresaltos del telediario y otras congojas paralelas.

¡Bienvenidas las ranas al Vena!






















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