Estimada Rosa, Durectora del Colegio Apóstol San Pablo.
Hoy he vivido una experiencia que
jamás pensé disfrutar a estas alturas de mi vida. Comprobar el grado de
perfección con el que se ha desarrolló un evento en el que todo ha sido
perfecto y emotivo, me hace pensar que la vida tiene asombrosas compensaciones,
cuando la categoría moral de las personas se proponen mostrar su lado amable y
generoso.
Una efeméride como la que se ha
celebrado no podía ser más hermosa y deferente considerando los protagonistas diseñadores
de este evento. No sé lo que me queda de vida, nadie lo sabe, pero sí sé que
cada día que pase estará abonado con los gratos recuerdos que me convirtieron
en blanco inmerecido de honras y estimas.
Incluso he tenido momentos de
orgullo al comprobar que, aquellos inicios del colegio que yo alumbré, con un
propósito definitivo y pensando en futuro, han dado paso a otras manos, y
capacidades que le han convertido en una muestra de admiración y prestigio.
Gracias a todos los presentes, por enseñarme a descubrir que, una vez más, es sabido que nadie es imprescindible en la vida y que, cuando el destino interviene para alterar el orden de las cosas y las personas, a menudo lo hace para que otros talantes y otras virtudes, docentes en este caso, ocupen aquel espacio, dispuestas a renovar y añadir nuevos enfoques y proyectos avanzados.
Mi más cordial enhorabuena a
todos los que habéis configurado mis sueños imposibles, con las más hermosas
realidades que dignifican la tarea de educar y amar a los niños en un colegio,
que sigue siendo un refugio para mi mente llena de recuerdos, compañeros,
padres y alumnos, y, este sí, que lo hace ejemplar e irrepetible.
Un fuerte y cariñoso abrazo a
todos los protagonistas de un día para el recuerdo emocionado.
Eduardo García
Imágenes, diseño y realización del video: Javier