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jueves, 25 de julio de 2013

GRAFFITI

(Burgos) Paseo de Atapuerca 25/julio/2013 

Desde su más remota existencia, el hombre primitivo mostró sus afanes pictóricos en cuevas y cavernas en las que dejó su huella mágico-religiosa ―según se cree― para propiciar la caza. Sin duda, ambas muestras representan la completa integración del arte, la religión y la vida cotidiana de aquellos remotos antepasados. De manera que nada nuevo hay bajo el sol en cuanto a los valores culturales que ello significa.


Tampoco es nada nuevo comprobar que, a lo largo de los siglos, las representaciones pictóricas han mostrado espléndidamente la capacidad humana para plasmar la belleza que le rodea. Sin otro propósito que el de contribuir a embellecer y perpetuar toda suerte de espacios naturales, personas o eventos, las habilidades artísticas de los mejor dotados han plasmado con el arte gráfico el relato permanente de la vida del hombre sobre la tierra.



TAGS
A finales de los sesenta los adolescentes en la ciudad de Nueva York empezaron a escribir sus nombres en las paredes de sus barrios, aunque en realidad utilizaban pseudónimos, creándose así una identidad propia en la calle. Estos chicos escribían para sus amigos o incluso para sus enemigos. Quizás el ejemplo más significativo y a la vez el más conocido por todos sea el de Taki 183, un chico de origen griego que a la edad de 17 años comenzó a poner su apodo. Su verdadero nombre era Demetrius (de ahí el diminutivo “Taki”) y 183 era la calle donde vivía (poner el nombre de la calle fue un elemento usado por muchos más escritores). Taki trabajaba como mensajero y viajaba constantemente en el metro de un lado a otro de la ciudad. En el trayecto estampaba su tag (firma) en todos los lados, dentro y fuera del vagón. Estos actos le convirtieron en un héroe y poco después cientos de jóvenes empezaron a imitarle.



En los últimos tiempos, la proliferación de “tags” en la calle  convierte a ésta en lo más parecido a una erupción cutánea capaz de eclipsar cualquier espacio, incluso la belleza de los más preciados monumentos del recinto urbano. Su audacia no tiene límites y abarcan toda clase de superficies; mobiliario urbano, rótulos de información cultural y turística, señales de tráfico, árboles, farolas, rótulos comerciales, escaparates, trenes, coches y cualquier otro espacio, público o privado a su alcance…













Según informan desde la Unidad de Salud e Inspección Ambiental (USIA) del Ayuntamiento de Burgos, en lo que llevamos de año, se han limpiado unos 60.300 metros cuadrados de pintadas en la capital burgalesa, lo cual ha supuesto más de 1.000 actuaciones. Para ello, han sido necesarios más de 6.400 litros de pintura y el coste de estas intervenciones ronda los *500.000 euros anuales, importe aproximado de 50.000 menús del día capaces de alimentar a otros tantos comensales en situación laboral crítica) 

GRAFFITI
Por otro lado, la espléndida capacidad creadora de los muralistas plásticos convierte en luminosa y atractiva cualquier pared o superficie cuya gris presencia desmerece del resto de espacios que la circundan. En ocasiones, la única manera de liberar puertas o persianas comerciales del acoso indiscriminado de “tags” consiste en financiar un graffiti artístico que, tácitamente, será excluido de su objetivo por los llamados “escritores”.










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