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viernes, 24 de abril de 2015

SPANGLISH CON ALEVOSÍA

Albergue de peregrinos situado en la calle Fernán González de Burgos

Es el segundo día de la temporada en el que dedico mi pedaleo por el carril bici, agradeciendo al sol su estímulo para recuperar algunos centímetros de mi agobiado cinturón.

Así caminaba felizmente cuando la presencia de un peregrino de aspecto venerable, cargado con una discreta mochila a la espalda, se paró ante mí para pedir información. La mirada azul en el rostro tostado por el aire y el sol del camino; la espesa y cuidada barba blanca que le acredita dignidad; el sombrero gris anudado al cuello y la indiscutible estampa de peregrino bien pertrechado, le convierten en un interlocutor amable después de dirigirse a mi en inglés. Camina erguido y en su imagen se adivina decisión y empeño. Necesita ayuda para situarse en el centro de la ciudad ―estamos en la avenida de Castilla y León― y sin duda localizar algún albergue en el que poder descansar.

En estas estamos ambos, yo tratando de responder a su pregunta y él de escuchar mi orientación, al tiempo que un peatón próximo a nuestro coloquio, se nos ha acercado para interrumpir y responder a la pregunta que ha deducido más que escuchado en términos de «espanglish macarrónico»; vaya usted a Street Fernán González, repite una y otra vez con machacona insistencia. El peregrino se muestra confuso y yo perplejo porque ni él ni yo contábamos con semejante irrupción. Es obvio que el propósito del hombre  es situar al peregrino en la más que famosa calle, entre quienes como él acuden a diario para hallar acogida en el albergue allí abierto. Así que, admitida su bienintencionada aportación y destruida mi oportunidad de una breve y serena charla con el hombre, al fin, me atrevo a interrumpir y decirle lo más adecuado que se me ocurre para aproximarle al anhelado destino.  

Con el mejor de mis gestos amables y el deseo de que disfrute de un buen camino, le digo  ―«Go straight and after ten minutes ask someone else» (siga hacia delante y diez minutos más tarde pregunte a alguien de nuevo) al tiempo que alargo mi brazo derecho en la dirección sugerida.

Inmediatamente, nuestro héroe reemprende el camino y yo sigo lamentando entre mis adentros la interrupción de mi empeño coloquial y el recuerdo de los casi veinte años en contacto académico y docente para enseñar inglés a los chicos que, sin ellos saberlo, han sido mis mejores profesores de inglés gracias a sus afanes por aprenderlo.

EGS
14-04-2015

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