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domingo, 29 de noviembre de 2015

UNA

UN RESCATE CON CORAZÓN



«UNA»

La perrita apenas tiene una decena de meses y, mal que bien, ha sobrevivido a una lamentable experiencia de abandono que, afortunadamente, ha terminado en el mejor de los desenlaces. Recogida por quien había descubierto su desamparo y deseaba recuperarla, terminó en las manos de quien, ante la presencia del lamentable deterioro que mostraba el animal, puso los ojos y el corazón en tanto infortunio y un impulso de ternura la empujo a decidir que la imagen desoladora de aquel cuerpecito destrozado sería su inmediato empeño recuperador. Así es como la perrita fue acogida en casa de mi amiga Elena y, en ella, con los cuidados sanitarios y el cariño que el animal ha recibido a manos llenas, disfruta de las ansias del vivir y se ha recuperado de tanto quebrando. El tiempo y las atenciones veterinarias juegan a favor de ambos y el animal restablecido se convierte en la compañera incuestionable de quien, cuando gira la llave de la puerta de regreso al hogar, disfruta a diario de la más espontánea y cariñosa de las bienvenidas. Siempre con la alegría habitual y el espectacular patinazo por el pasillo de la vivienda, aparece a la puerta con la mirada y el alma puestas en su protectora a la que muestra su vigor restablecido, las evidentes muestras de cariño y la incuestionable fidelidad.

En los momentos de libertad a pleno pulmón, corretea de un lado para otro como para agradecer la vida que le ha sido rescatada. Hasta que aparecen revoloteando los ánades que frecuentan el río y se convierten en su objetivo lúdico por excelencia. Corre y casi vuela tras ellas y tal parece que unas y otra hayan establecido un pacto de no agresión, porque ni ellos parecen concederle relevancia alguna ni ella consigue otra cosa que mostrar su fogosidad restablecida. 

Sin embargo su condición de cazadora atávica, no le abandona nunca y ello ha permitido demostrar que lo que viene en los genes no siempre se puede combatir con disciplina. Porque, efectivamente, aun siendo obediente hubo ocasión en que campó tan libre y estimulada  por sus impulsos cazadores que remató una correría en libertad y a campo abierto, con la captura de un conejo con el que apareció atrapado entre sus dientes. La perplejidad producida con semejante proeza fue tan inesperada como sorprendente y, es probable que la perrita, coleando orgullosa de su habilidad, mostrara su mirada inquisidora ante el regocijo y la sorpresa de quienes la contemplaban con asombro, como a la espera de un veredicto y una palmadita en el lomo.

Una ya es un ser capaz de aceptar buenas maneras sin perder nunca su condición atávica de animal avisado. En alguna ocasión, cuando sus trastornos digestivos se le hacen especialmente agudos ―con absoluta discreción y en el momento adecuado― acude a la automedicación y resuelve sus problemas sin encomendarse a consultas veterinarias previas. Y es una planta que adorna el cuarto de estar, previamente seleccionada de entre varias, la que termina en sus fauces dejando descabezado al tiesto y, en poco tiempo, repuesto el vientre. Tampoco es agobiante y mucho menos escandalosa. Experta en gastronomía canina, cada vez que vuelve de sus paseos diarios, acude de inmediato a la cocina con la intención de comprobar lo que se guisa en las sartenes. Parece que ese movimiento culinario la inclina a pensar en la  dieta canina que pronto va a recibir.

Y esta es la pequeña historia de un animal que, amparado con los valores humanos de la generosidad y el cariño, ha generado la admiración y respeto de quienes conocemos el saber hacer y la generosidad que es principio de nuestra amiga Elena.
Burgos 29 noviembre 2015
E.G.S.

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