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viernes, 31 de julio de 2015

EL CARRIL BICI Y EL "PEPE"

No. No se trata de un amigo de la infancia ni del bar de la esquina, ni siquiera de aquel famoso Pepe Botella que nos endilgó a los españoles el ínclito Napoleón. Se trata de un chupete de niño rodando perdido sobre el carril bici con grave riesgo de contencioso entre mamá y bebé. Porque, un servidor, con alguna experiencia en la crianza de nietos, sabe lo que significa un chupete navegando sobre las tranquilas aguas del Vena, a su paso por la avenida de los Reyes Católicos burgalesa. Lugar, por otro lado, poblado de ánades a la espera del condumio diario en forma de corruscos de pan viejo. Cuando estos caen sobre las aguas, desmenuzados y en momento oportuno, se convierten en objeto de carreras y aleteos de los pájaros, ávidos del menú que con frecuencia suele llegarles de las manos de abuelos y nietos.

Y este es el momento del pasmo y la euforia de los pequeños; con tanto entusiasmo y la cabeza sobre la valla de protección del cauce, el entusiasmo se convierte en exclamación y con ella, abierta la boquita, el chupete cae al río. Los dos abuelos hubieran deseado ser tan veloces como el remedo del pezón, para detenerlo en su caída, porque al encanto de la pequeña con las aves en alborotado trasiego, le siguió de inmediato un desconsolado llorar y, con él, la congoja incontrolada de ambos. De nada sirvió el nuevo que compraron al instante porque, ni convertido en miel sobre hojuelas ni embadurnado de azúcar, fue posible detener el desencanto. El Pepe era el Pepe, con nombre propio y regusto de sueños y gimoteos reposados; nada que ver con el advenedizo que ignoraba mañas, suavidad, ternuras… Al final el tiempo lo curó todo y pronto se inició el abandono paulatino de un sucedáneo condenado irremediablemente a desaparecer…

¿Qué que tiene todo esto que ver con el carril bici? Pues tiene que ver con el sosegado caminar de una madre con dos pequeños, uno de ellos bebé en su mullido carrito saboreando entre sueños un «Pepe», que el descontrol ha dejado caer en la ruta sin que la mamá lo advirtiera. Al verlo sobre el firme, lo he cogido para entregárselo a sabiendas de que acaso su pérdida pudiera dar lugar a la repetición de un episodio semejante al que sorprendió aquel día a los dos abuelos. 


Así remedando a los «boy scouts», ésta ha sido mi obra buena del día que, he de constatar, ha recibido el agradecimiento más cordial de la mamá, consciente, como yo, de la pequeña tragedia que hubiera significado la pérdida definitiva. 
2015-07-27
EGS

domingo, 12 de julio de 2015

¿ES USTED FELIZ?


Hoy tocaba hablar de la felicidad en la sección dedicada a los escuchantes del programa «Más de Uno» de Onda Cero y, como suele ser lo habitual, se ha desarrollado con una variada y muy personal interpretación de las respuestas. Desde quien se consideraba muy feliz de poder contar cada día sin ningún rasguño patológico, hasta quien lo era por disfrutar de su libertad sin trabas autoritarias de ningún tipo. Había quién ante una encuesta catastrófica no encontraba nada digno para sonreír a la vida ―desempleo, terrorismo, vandalismo, maltrato, corrupción y hasta algún vecino quisquilloso…― y, sin embargo, contestaba a la pregunta clave sobre su felicidad personal confirmando que era completamente feliz; masoquista puro, vaya.

En cuanto a mi humilde condición de celtíbero convicto, hecho de experiencias y tradiciones coloquiales acerca del tema, recordé algunos dichos que pueden contribuir a clarificar semejante estado emocional.

El primero, tiene que ver con la época ―años cincuenta preferentemente― en que las botas de piel de novillo en invierno y las alpargatas de cáñamo en verano eran el calzado invariable en las estaciones del frío y el calor. Sin embargo, muy de tarde en tarde, ambas prendas sufrían la competencia desleal de unos zapatos nuevos y con lo que se experimentaba el disfrute felicísimo de tan insólita novedad. Generalmente tenía que ver con alguna buena razón, como podía serlo el celebrar la primera comunión o acudir a la boda de algún pariente, así que con tal motivo se confirmaba el dicho de «está más feliz que un chico con zapatos nuevos», que convertía al protagonista en el más encantado de los mortales aunque sólo fuera temporalmente.

Chico austriaco recibe unos zapatos nuevos 
durante la II guerra mundial (la expresión de felicidad) (Imagen de Google)

Hay otra referencia al caso, aunque nadie la haya recordado porque se trataba de un anuncio en la radio local y que sirvió de reclamo radiofónico en el Burgos de los años cincuenta. El locutor, supongo que con amplia sonrisa de hombre encantado de la vida, repetía tozudo a diario lo de «soy feliz porque me viste Ortiz» refiriéndose al habilidoso sastre en corte y confección que por aquellos años cincuenta disfrutaba de reconocida fama en la ciudad.

Dos muestras concluyentes que confirman el valor de la apariencia en el vestir y calzar, que etiquetaban a quien iba vestido con tan afortunados atuendos como el satisfecho mortal "mudado de tiros largos» que disfrutaba así de la felicidad más absoluta.  

sábado, 4 de julio de 2015

PALABRAS CON ABOLENGO


ZARABALLO

Trozo grande de pan.
"Vaya zaraballo que te vas a apretar p'almorzar, va bien inflao de chorizos fritos".





GUARIN
- Último lechón de una lechigada

- Pastor de mulas y asnos en Villadiego (Burgos) y comarca.

GAZUZA
- Hambre fuera de control.