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martes, 24 de abril de 2012

NATHANIEL HAWTHORNE

(Lunes 16-04-2012)


Nathaniel Hawthorne nació el 4 de julio de 1804. en Salem, Massachussets, donde sus antepasados habían sido prominentes ciudadanos desde el siglo XVI.
Su padre, capitán de barco, falleció en Surinam cuando Hawthorne tenía sólo cuatro años; después fue educado con los parientes familiares de su madre, los Mannings. Comprobando que el niño tenía especiales cualidades para recrear cuentos de niños a sus dos hermanas, embelleciéndoles con sus propias aportaciones, la familia le envió a una escuela privada y más tarde al Bowdoin Collage in Maine, donde entre sus compañeros se encontraban Franklin Pierce y Henry Wadsworth Longfellow que más tarde se convirtió en el décimocuarto presidente de los Estados Unidos.

La casa de los siete tejados (The House of the Seven Gables) es una novela de Nathaniel Hawthorne, publicada en 1851. Está considerada como la mejor novela norteamericana de este período y su desarrollo tiene lugar en la casa del mismo nombre, en Salem, Massachusetts.


En abril de 1846, Hawthorne fue nombrado oficialmente como "Inspector para el Distrito de Salem y Beverly e Inspector de Ingresos para el puerto de Salem", con un sueldo anual de $ 1,200. Fue ésta una época en la que pasan a segundo plano sus deseos de escribir como es su principal vocación. El mismo dice que está deseando de volver a hacerlo, especialmente cuando se siente sólo y se encuentra a si mismo imaginando cuentos. Afortunadamente para su vocación de escritor, la vida política a la que debe su cargo, cambiará con como consecuencia de la toma de posesión del nuevo  Presidente en la administración en Washington y como resultado del camio de partido deja su cargo para dedicarse por completo a escribir. 

INDIOS WAMPANOAG – MAYFLOWER – PILGRINS

(Domingo 15-04-2012)



Hoy ha sido uno de los días que voy a recordar con especial entusiasmo. Porque por fin he descubierto algo que ya intuía cuando, entregado en cuerpo y alma a la lectura de las novelas de Rodeo de mi adolescencia, celebraba las hazañas de indios y vaqueros. Incluso las películas del «Oeste» contribuyeron eficazmente al intencionado despropósito de juzgar a los primeros como desalmados, crueles y sanguinarios. Porque parece que la nobleza de unos y otros estaba mal repartida y siempre eran los segundos los que merecían el aplauso y con él el premio de la victoria. Según parece, los vaqueros no eran tan buenos ni los indios tan malos.    

Y mi satisfacción de hoy viene a cuento porque aquella nebulosa de desigualdad manifiesta en el trato que recibían los indios se me ha mostrado con la evidencia histórica de su noble estirpe y la inevitable conducta belicosa que les obligó a la lucha en defensa de sus vidas y sus tierras. El siguiente relato muestra el desarrollo de los acontecimientos que desembocaron en la situación actual de este pueblo, tal como se revela en la «Plimoth Plantation» una recreación de la forma de vida de este pueblo para enseñar a turistas e interesados en el conocimiento de las costumbres y cultura de los pueblos americanos anteriores a la colonización.

Los indios Wampanoag


El cuarto jueves del mes de noviembre  se celebra en los Estados Unidos el día de acción de gracias o Thanksgiving. La fiesta está íntimamente relacionada con los primeros eventos de la colonización inglesa en el Nuevo Mundo. En 1620 un grupo de colonizadores cristianos, que posteriormente serían conocidos como peregrinos, viajó a América a bordo del barco Mayflower. Desembarcaron en el mes de noviembre, a fines del otoño septentrional, en la costa de Massachussets (este de Estados Unidos) cumpliendo sus propósitos de establecer una Colonia en Plymouth. El riguroso invierno en esas latitudes les tomó por sorpresa, sin tener tiempo para prepararse contra las duras condiciones de privación y frío. Del centenar de peregrinos sólo sobrevivió la mitad. Los que lo consiguieron, debieron su suerte a la ayuda y alimentos que los nativos de la zona, los indios Wampanoag, les proporcionaron.

En el otoño de 1621, ya establecidos y con la primera cosecha recolectada, los sobrevivientes decidieron compartir sus frutos con los indios que les ayudaron cuando ellos no tenían recursos. El gobernador de la colonia proclamó "un día de dar gracias al Señor para que podamos de una manera más especial regocijarnos después de haber recogido el fruto de nuestro trabajo".

Esa pacífica convivencia con los nativos duraría pocos años, ya que la masiva afluencia de colonos europeos y la ocupación creciente de los territorios de los indígenas les llevarían a enfrentamientos continuos. El resultado final de las luchas fue la causa del casi total exterminio de los indios Wampanoag. Tras la llamada guerra del Rey Phillip en 1675, sólo sobrevivirían 400.

Hacia 1600 los indios Wampanoag poseían 30 poblados, y su caudillo Massassoit, a pesar de su desconfianza inicial, firmó la paz con los primeros colonos blancos, los puritanos de Portsmouth, a quienes recibió con los otros jefes Squanto y Samoset. Su poblado principal era Pokanoket, cerca de Mount Hope (actualmente Bristol). En 1617, sin embargo, sufrieron una epidemia de peste negra que les diezmó. Aún así, los peregrinos fueron bien recibidos por el jefe de los pokanoket, Iusamequin, en Sowami, capital de Massassoit.

Wamsutta o Alexander continuó la política conciliadora de su padre, que había muerto en 1661, pero los blancos respondieron con vejaciones y expropiaciones de tierras. Después de su misteriosa muerte en 1662, fue nombrado jefe su hermano Metacomet o King Philip, a quien intentaron en 1671 que cediera buena parte de su territorio y la soberanía política. Como respuesta, se alió con narragansett, nipmuc y pennacook y declaró la Guerra del Rey Philip en 1675, con 12.000 indios que atacaron 50 de los 90 establecimientos blancos. Destruyeron 9 y mataron a mil colonos, pero acabó con la derrota cuando sitiaron Swansea y al final se produjo el virtual exterminio de la tribu. King Philip fue hecho prisionero y ejecutado el 12 de agosto de 1676, su cabeza fue expuesta en una pica y su mujer e hijos, vendidos como esclavos a las Antillas. Los pocos supervivientes se unieron a los narragansetts de Ninigret y se replegaron con los saconnets a Gay Head (Massachussets).

Hoy se está llevando a cabo una auténtica hazaña cultural por parte de un reducido de descendientes directos empeñados en recuperar su idioma nativo. Y la gran esperanza es el nacimiento de la primera niña nativa hablante. Su madre, Jessie Little Doe Baird, reciente ganadora del premio Mac Arthur «Genius», es la impulsora y motor permanente del proyecto que con el lema We Still Live Here (Âs Nutayaneân) (Todavía estamos aquí) muestra su propósito de recuperación de la lengua Wampanoag.































MAY FLOWER
Imaginase a casi cien hombres, mujeres y niños apretujados en una pieza, con apenas espacio para sentarse. El techo es tan bajo que ha de agacharse quien mida más de 1.50 m. Y deben pasar en ese sitio un día tras otro, sin higiene ni luz natural y con mala ventilación. Eso sucedía bajo cubierta en el Mayflower, el barco en que viajaron en 1620 los primeros colonizadores ingleses desde Plymouth a Norteamérica.

Los colonizadores, llamados «padres peregrinos», eran un grupo de puritanos que abandonaron Inglaterra en 1609 para huir de la persecución por sus creencias religiosas. Se establecieron en Leiden, Holanda, y volvieron a Inglaterra 11 años después, sólo para emigrar definitivamente de Europa en busca de un mundo libre, según ellos, de la influencia corruptora de otros modos de vida y religiones.

El Mayflower era minúsculo si se juzga según las normas actuales. Medía 27 m de eslora y pesaba poco más de 180 ton. Sin embargo, cruzó el Atlántico del Norte durante la peor estación para hacerse a la mar. En 1620 no era fácil la navegación oceánica. Aunque las brújulas, de las que el Mayflower llevaba dos, estaban razonablemente desarrolladas, las cartas de navegación no eran confiables, de modo que si un barco se desviaba del rumbo, los tripulartes no tenían modo de saber con exactitud dónde estaban.

El 16 de septiembre de 1620 el Mayflower zarpó de Plymouth para América con buen clima. Pero mudó éste y pronto se hallaron en medio de violentas tormentas y embravecidos mares. Se cerraron las escotillas,  los emigrantes se amontonaron, helados, mojados y mareados en su maloliente refugio, donde comieron, rezaron e intentaron dormir.


El Mayflower surcó los mares durante 55 días, hasta que el vigía gritó: «¡Tierra a la vista!» Habían llegado a la punta norte de Cabo Cod, Massachusetts. Al día siguiente rodearon el cabo y anclaron en un amplio puerto, frente a lo que hoy  es Provincetow.

Sus desdichas no habían de terminar aún, pues tardaron más de un mes en encontrar un sitio adecuado para establecerse. Por fin lo hicieron en un lugar al que llamaron Plymouth, y fundaron allí una colonia bajo la guía de John Carver y William Bardford.

Lo trágico fue que, si bien en el arriesgado viaje hubo una sola muerte, durante los primeros cuatro meses en tierra perecieron 44 colonos. Estaban débiles y agotados al desembarcar y, con el invierno ya próximo, América parecía un lugar frío y hostil.

El resumen de William Bradford sobre su llegada es muy elocuente: «No tenían amigos que los recibieran ni posadas donde abrigarse o recuperar las fuerzas, deterioradas por la intemperie; ni casas ni mucho menos ciudades adonde encaminarse a pedir socorro... Además, qué podían ver sino un espantoso y desolado yermo, lleno de bestias salvajes.., toda la región, llena de bosques y matorrales, tenía aspecto violento y cruel.» Y los «padres peregrinos» eran habitantes de la ciudad, no acostumbrados a trabajar la tierra. Sólo con la ayuda de indios amistosos, que les enseñaron a pescar y a sembrar maíz, lograron sobrevivir.

Después de su primera cosecha, indios y peregrinos celebraron conjuntamente la Acción de Gracias, festividad del cuarto jueves de noviembre, que los estadounidenses observan desde entonces.





















The Pilgrims